Capítulo 28: ???? ???? ???? ???? ???? “Mamá dijo que… no te dijera nada, que eso solo traería problemas, que lo resolveríamos, pero… no es justo para ti ni para ella. Crecerá y se dará cuenta que no se parece en nada a Otto… y…” “La última borona de nuestro amor…”, dijo Johan con el corazón partido. “Es hermosa… tiene tus ojos”. “¿La quieres conocer?”, preguntó Lorena ansiosa. Sin esperar la respuesta, se acercó a Emma y después de intercambiar un par de palabras y miradas, Lorena tomó a la pequeña Jane entre sus brazos. La niña parecía somnolienta, estaba cansada de apostar con su Tía Emma, pero cuando llegaron hasta donde estaba Johan, abrió sus ojos con sorpresa. Aún era pequeña, pero podía encontrar el parecido entre ese hombre y ella. “Ya no necesitas protegerme a mí, Johan…”, dijo Lorena notando como padre e hija se veían con curiosidad. “Ella te necesita más que yo”. “Hola, muñequita”, dijo Johan inclinándose hacia Jane. “Qué hermosa eres”. “Es que… me parezco a mi mamá”, contestó apenada y escondió su rostro contra el cuello de Lorena, pero viendo por el rabillo del ojo a Johan. “Eso es muy cierto”, respondió Johan y acarició la mejilla de su hija. “Jane… él es…” “Soy un amigo de tu mami” Johan la interrumpió, sabiendo que era muy abrupto decirle la verdad a la niña, no quería asustarla. “Me llamo Johan”. SURPERISE GIFT: 400 bonus free for you,activity time is limited! “Johan…”, dijo la pequeña estirando su manita hacia él, intentando presentarse como lo había visto en los adultos. Johan estrechó la mano de su hija y besó el dorso con ternura, estaba embelesado. “Creo que es hora de que Jane se vaya a dormir”, dijo Lorena besando la frente de su hija. “¿Me acompañas?” Johan la siguió en silencio hasta la habitación que Otto y ella compartían. La sensación dentro de su pecho era extraña. El rechazo de Lorena había roto su corazón, pero conocer a Jane era como volverse a enamorar, se sentía renovado y ansioso. Lorena le puso su pijama de gatitos a su hija y esta comenzó a brincar emocionada, intentando llamar la atención de su nuevo amigo. “¡Mira mi pijama!”, exclamó dando saltos en la cama. “Está muy bonita”, respondió Johan con ternura. “¡Mi mami tiene una igualita!” Agregó tomando las manos a su padre y brincando con emoción. “¡Nos las ponemos para ver películas y comer golosinas!” La imagen de Lorena acurrucada en un sofá con la pequeña Jane, usando esas pijamas y devorando dulces mientras veían alguna película infantil, era lo que tanto ansiaba vivir ese asesino, cansado de la crueldad y la soledad que su vida le había ofrecido por tantos años. Deseaba soltar sus armas y sostener las manos de la mujer que amaba por el resto de sus días, rodeado de sus hijos y con una vida tranquila. Quería volver a ser ese jardinero enamorado de la criada de la casa. Lorena arropó a la pequeña que parecía haber recargado sus pilas y forcejeaba con las sábanas. Johan se quedó al lado de Jane, sujetando su pequeña mano, viendo cada dedito con fascinación, preguntándose cómo algo tan chiquito podía causarle tanta alegría y sanar su corazón. En cuanto la pequeña cayó dormida, tuvo miedo de salir de esa habitación y no volverla a ver. En tan poco tiempo se había imaginado tantas cosas, entre ellas, estaba ansioso porque Jane conociera a Peter, sabía que lo sanaría como lo sanó a él. “A ella no le mientas, no la abandones y no la dejes ir”, dijo Lorena acariciando los cabellos de Jane. “Hablaré con Otto e incluso con Natalie, no dejaré que haya secretos y malentendidos. Quiero que ella esté consciente de quién es su padre y que crezca sabiendo de ti… si es que tú así lo quieres”. “Quiero ser parte de su vida…”, respondió Johan viendo con adoración a su hija. “Peter estará muy contento de conocerla. Sé que serán buenos amigos”. Lorena se apoyó en el hombro de Johan y suspiró con melancolía. “Lo nuestro no pudo ser como yo hubiera querido… las mentiras, las heridas que nos hicimos, los malentendidos, todo era una muestra de que no estábamos destinados a estar juntos… pero sé que cada vez que vea a Jane recordaré cuanto te amé. Ella fue el regalo más hermoso que me pudiste dar”. Johan recargó su cabeza en la de Lorena y ambos vieron fijamente a Jane, mientras ella dormía dando la apariencia de un querubín. “Mi promesa sigue intacta, Lorena… te protegeré siempre, a mi pequeña Jane y a ti”, dijo Johan aún adolorido, pero comprometido. En ese momento la puerta de la habitación se abrió y la enorme sonrisa que lucía Otto se diluyó en cuanto vio a Johan al lado de Lorena. Se veían como una familia donde él sobraba. Johan se levantó de la cama, se acomodó el saco y vio fijamente a Otto con el ceño fruncido. “Otto…”, pronunció Johan a modo de saludo y antes de salir de la habitación volvió a ver a Jane profundamente dormida. Cuando por fin se quedaron solos Otto y Lorena, el silencio se volvió incómodo. Él estaba furioso de haber encontrado a Johan dentro de la habitación y se imaginaba lo peor. “Tenemos que hablar…”, dijo molesto y se plantó frente a Lorena. “En privado…” Salieron de la habitación y en el pasillo, Otto no pudo esperar más. “¡¿Qué se supone que estaba haciendo ese hombre en nuestro cuarto?!” “Conociendo a su hija”, dijo Lorena recargándose en la pared, viendo como Otto comenzaba a perder la cordura. “¡¿Cómo?!” “Jane es su hija y tiene derecho de conocerla. No puedo negar que esté con ella…” “¡Jane es mi hija y tú eres mi esposa! ¡No tuviste que tomar una decisión así, sola! ¡Estamos casados! ¿Recuerdas?” Tomó a Lorena por la muñeca y al levantar su mano se dio cuenta que no estaba su anillo. “Lo perdí…” Mintió Lorena y zafó su mano del agarre de Otto. “Qué curioso… justo el día que te encuentras con Johan, extravías el anillo de matrimonio que afirma que eres mía” Con cada palabra, Otto perdía más la cabeza y se cegaba por la furia. “Otto… no quiero pelear…”, dijo Lorena queriendo hacer las paces. “No perdí el anillo adrede, eres mi esposo y…” “¿Lo estás aceptando en tu vida?” “Lo estoy aceptando en la de ella”, agregó Lorena molesta. “Jane tarde o temprano me preguntará por su padre”.
