Mi novio y mi hermano se enamoraron de la muchacha pobre que mi familia acogió en casa. Ella me quitó el amor, la familia… todo. Y fue ahí cuando decidí desaparecer para siempre. Después de que me fui, ese hombre —el mismo que un día me dijo, sin un gramo de piedad, que ojalá me muriera— terminó perdiendo la cabeza buscándome.