Capítulo 12: «¿Estás segura de que quieres seguir adelante con este divorcio? Recuerda, Daniela, no todo en la vida ofrece una segunda oportunidad». La paciencia de Daniela se agotó, su frustración era evidente. «¡Tienes razón! Finalicemos este divorcio pronto». Recogió rápidamente dos formularios de un empleado cercano y comenzó a rellenarlos, sus movimientos eran agudos y decididos. Alexander se quedó rígido, sus ojos se entrecerraron mientras se alzaba sobre ella. —Te ofrezco una última oportunidad. Admite que fuiste responsable del incendio aquel día. Arrodíllate y discúlpate con Joyce. Si lo haces, podría considerar dejar pasar todo esto. Su expresión era severa, su actitud rezumaba condescendencia y rectitud. —No pierdas el tiempo. Mis rodillas no se doblan ante nadie —declaró mientras deslizaba los documentos completados hacia Alexander—. Solo firma aquí. Alexander entrecerró los ojos mientras examinaba los papeles; todo estaba en orden excepto sus firmas. Una nube de tormenta pareció posarse sobre su rostro mientras una ira cruda se encendía en su mirada penetrante. «¡Daniela! ¿Crees que esto me intimidará? Déjame dejar esto claro: si quieres el divorcio, no esperes llevarte ni un centavo de mi dinero». Imperturbable, Daniela señaló la fila para que él firmara, con voz fría y distante. —Oh, por favor. ¿Esa cantidad tan miserable? Que se la quede Joyce, a lo mejor le alcanza para pagar las facturas del hospital algún día. A Alexander se le formó un pliegue en la frente mientras reflexionaba sobre sus palabras. La idea de que Daniela se fuera sin un acuerdo le parecía increíble. Sin embargo, Daniela firmó rápidamente. Alzando los ojos para encontrarse con los suyos, esbozó una sonrisa burlona. «¿Qué pasa? ¿Te estás acobardando? ¿O simplemente te das cuenta de que no estás preparada para perderme después de todo?», escupió, sus palabras cortando con crueldad sarcástica. Alexander estaba a punto de responder cuando Daniela lo interrumpió abruptamente, levantando la mano con aire de finalización. Su voz era aguda, mezclada con un claro desdén. «Ahórrate tus tonterías. La idea de compartir a un hombre con otra mujer me pone la piel de gallina, es patético». Este comentario hizo hervir la sangre de Alexander. Entrecerró los ojos en una mirada dura y su voz se volvió gélida mientras hablaba. «¿Es esto realmente lo que quieres?». Mientras la expresión serena de Daniela se mantenía firme, Alexander sintió una oleada de determinación. Claramente, necesitaba aprender la lección. Si pensaba que podía dejarlo y volver como si nada hubiera pasado, estaba viviendo en un sueño de locos. Una vez finalizado el divorcio, su vida no sería tan fácil. Ni siquiera arrastrándose de rodillas podría arreglar el desastre que había causado. Con un firme agarre, Alexander tomó la pluma y escribió su nombre en el acuerdo. El procedimiento se desarrolló con gran eficiencia, y el personal terminó los trámites en un abrir y cerrar de ojos. Momentos después, su divorcio estaba finalizado. Cerca de allí, un grupo de espectadores expresaron su asombro.
