---- Capítulo2 Eliana Érico sonrió y me acarició la nuca, como si fuera una nifia. -Si te sientes mal, deberías ir al hospital, carião. Luego se devolvió hacia una de las empleadas domésticas y le ordenó con tono severo: -éNo ves que la sefiora está borracha? Tráele una limonada,. La empleada asintió con la cabeza y salió corriendo de la sala. Unos minutos más tarde, regresó con la bebida en una bandeja y la extendió hacia mí. En ese mismo instante, Érico sacó su pistola y le disparó en la cabeza. El disparo retumbó, ensordecedor, seguido del impacto desagradable de la sangre y de los sesos salpicándome la cara. La mano de la empleada quedó suspendida en el aire, inmóvil, todavia ofreciêndome la bebida, mientras la limonada y la sangre me corrían la piel. No pude contener el asco que sentía. Quise vomitar, escapar y gritar. Érico ni siquiera parpadeó. Limpió su arma con la manga y me miró, como si nada hubiera pasado. -Falló en su trabajo, cariõo. Tenía que esperar mi orden antes de servirte esa limonada -anunci Tragué saliva con cierta dificultad mientras sentía la bilis que me ardía en la garganta, pero me vi obligada a quedarme quieta. ---- Érico era un monstruo. Con un paíuelo, limpió la sangre de mi cara con una delicadeza tan impresionante que me enfrió la sangre. -Ahora eres la sefiora Garrido. No vuelvas a beber durante el día, ; entendido? Si alguien te viera en ese estado, pensarían que eres una alcohólica. Y la sefiora Garrido no puede ser una alcohólica. Respiré profundo, tratando de calmar el temblor de mis manos. Todo mi cuerpo se estremecia de miedo y repulsión, -Ahora lo entiendo -susurré, mientras luchaba por contener la tormenta que rugía dentro de mí. -éTe sientes mal, amor? -su tono era tranquilo, y, con una preocupación casi fingida, examinó mi cara-. Parece que te vas a desmayar. -No he dormido bien -mentí, con la voz apenas audible. -Por qué no te recuestas un rato? Mafana podríamos ir a nuestro complejo turístico favorito, solo tú y yo. Su tono era tan suave y tan reconfortante... como si nada hubiera pasado. En un momento, era un monstruo; unos minutos más tarde, el caballero perfecto. «zCómo pude estar tan ciega durante tanto tiempo?», pensé. -Claro -logré a responderle, fingiendo una sonrisa que no alcanzó a mis ojos. Volví al dormitorio, sin poder aguantar aquello por más tiempo. ---- Corrí al baão y vomité, mientras la imagen de los sesos de la empleada explotando frente a mí volvía a reproducirse en mi mente. La sangre.. La forma en que su mano aún se extendía hacia mí, en fin.. No podía quitarme el pensamiento aterrador de que, si algún día lo enfurecia lo suficiente, yo podría ser la siguiente. Cuando las náuseas cedieron, regresé al cuarto y vi que el celular de Érico estaba sobre la mesita de noche. Debia haber entrado y lo había dejado allí sin darse cuenta. Sin pensarlo demasiado, lo tomé. La pantalla de início era una foto de ella sonriendo mientras Érico la hacía girar entre sus brazos. La contraseõa, como era de esperarse, era el cumpleafos de Isabella. Abrí los mensajes, sintiendo que el corazón golpeaba mi pecho con fuerza Érico, claramente, no pensó que yo alguna vez revisaria su celular, porque todos los textos entre él e Isabella no estaban muy bien guardados. El más reciente era de ese mismo dia. «iQué tal si cenamos juntos?», le habia escrito él. Deslicé la pantalla. Cada mensaje era una declaración de amor de Érico, Y entonces, me quedé fria. Mi dedo se detuvo, suspendido, justo sobre un mensaje de Isabella: ---- «Pensé que te habían disparado durante ese viaje de droga a Urington. ;Cómo estás?» La respuesta de Érico fue tan escalofriante: «Eliana tomó la bala por mií». «Qué heroica es ella. Debes estar muy conmovido por eso», respondió ella. «Más bien asombrado. Ella es una idiota», respondió Érico. Parpadeé por unos segundos. Una lágrima rodó por mi mejilla y cayó directo sobre la pantalla. Cuando Érico estuvo involucrado en aquel peligroso encargo de drogas rumbo a Urington, le rogué que me dejara acompatiarlo. Después de que me advirtiera lo arriesgado que sería aquel viaje, no soportaba la idea de quedarme tan lejos de él. Aceptó a regafiadientes. Y aquel viaje, como anticipé, terminó siendo una completa pesadilla. Me dispararon y a él le dieron en la espalda. Él se recuperó rápido, pero yo no. La bala destrozó uno de mis ovarios y, desde ese entonces, perdí la posibilidad de tener hijos. Me habia sentido tan avergonzada por no poder darle un hijo. Estaba a punto de devolver el celular a su lugar cuando, sin querer, mi dedo deslizó la pantalla otra vez, y apareció el siguiente mensaje. Esas palabras de Érico me golpearon como una fuerte cachetada. ---- «Te amo desde que me salvaste en Maziria. Lo que hiciste sí fue heroico, me salvaste de ese tiroteo. Si no fuera por ti y por tu cirugia de emergencia, hoy no estaría vivo » «iSalvarlo? Isabella jamás había sostenido un bisturí en su vida», pensé. Ella era la enfermera. Y yo, era la médica. Fui yo quien había salvado a un hombre en medio de ese brutal tiroteo en Maziria. Hice una cirugia de emergencia con una pistola apuntándome a la cabeza. No fue Isabella. Un pensamiento tan absurdo como aterrador cruzó con rabia por mi mente. «iFui yo quien salvó a Érico aquel día?» Y aún más escalofriante era la pregunta: iIsabella le habiía mentido, haciéndole creer que había sido ella quien lo habiía salvado? Mis manos temblaban sin control mientras devolvía el celular a su lugar. Después de lo que pareció ser una eternidad, logré tranquilizarme. Saqué mi celular y marqué un número que había estado guardado en mis contactos desde siempre. -cTodavia quieres sacar a Érico de Novalandia? -iQué estás insinuando? -respondió una voz preocupante, cargada de curiosidad. ---- -Secuéstrame en dos días -dije, fijando mi mirada en la foto sobre la mesita de noche: yo estaba vestida de novia, con Érico a mi lado, luciendo como el esposo perfecto-. Te dará todo lo que tiene, sin pensarlo dos veces. Colgué justo cuando Érico entró al dormitorio. Habia estado bebiendo, y sus pasos eran torpes, como si el alcohol ya lo hubiera vencido por completo. -Con quién hablabas? -preguntó con los ojos entrecerrados, siempre alerta, siempre desconfiado-. Más te vale que no sea otro hombre. Lo ayudé a Ilegar hasta la cama, como siempre lo hacia -Claro que no. Solo un tipo que marcó el número equivocado - mentí con total naturalidad. Se tranquilizó de inmediato, apoyándose en mis brazos como si nada hubiera cambiado. -De acuerdo. Nunca hables con otro hombre que no sea yo. Lo arropé y luego me metí en la cama a su lado. Pero el suefio nunca Ilegó. Pasé la noche en vela, con la mente dando vueltas una y otra vez, atormentada por todo lo que acababa de descubrir... y todo lo que estaba planeando. a Al dia siguiente, Érico y yo íbamos rumbo al complejo turístico del que habia hablado. Pero, a mitad del camino, recibió una inesperada llamada y canceló el viaje en el acto. Dijo que debia atender un problema en su casino: unos borrachos ---- habían armado un escándalo. -Perdóname, amor. Te lo voy a compensar, lo juro. Toma, usa esta tarjeta -dijo, entregándome una tarjeta negra-. Compra con ella lo que quieras, carião. Y así, sin más palabras, se fue.