---- Capítulo2o Iker y Felicia fueron juntos a exigirle mis cenizas a Alejandro. Ambos tenían los ojos muy hinchados de tanto llorar. Pensé que el afecto no se le mide por el tiempo. Viví 18 afios con Alejandro, y nunca me abrazó ni me amó. Sin embargo, la mayoría del amor que sentí en mi vida vino precisamente de Felicia e Iker. Moríla noche que corría desesperada hacia una nueva vida. - Danos las cenizas de Lucía -exigió Felicia con total frialdad- . Ella no querría quedarse contigo. Lo último que hizo fue alejarse de ti, ino es así? Felicia se contuvo por un instante, no insultó Alejandro como solía hacerlo conmigo. Mantuvo la compostura para que no me menospreciaran por ser amiga de alguien con un lenguaje tan vulgar. - Alejandro, sé que tú también odiabas a Lucía, é verdad? -Felicia lo miró directamente. Él bajó instintivo la mirada, abrazando la urna con mis cenizas, sin responder. é Qué podía decir? ---- Pero Felicia no pensaba dejarlo en paz. - Si no, épor qué tú y tu hermanastra Yulia empujaron de forma tan vil a tu propia hermana al suicidio? - éQué tiene que ver Yulia con todo esto? No la metas en este asunto - respondió Alejandro de manera inconsciente, defendiéndola. Felicia se rió con amargura. - Si no hubieras permitido que Yulia la acosara en la escuela, écrees que se habría deprimido de esa manera y se hubiera suicidado? O es que no sabías lo que hacía? Viendo que Alejandro no respondía ni una sola palabra, Felicia perdió la poca paciencia. IKer se acercó para tratar de arrebatarle la urna. - No me hagas decirlo más claro - enfurecida Felicialo soltó-. Alejandro, nunca olvides esto: tú mataste a tu hermana con tus propias manos. "Tú mataste a tu hermana con tus propias manos." Estas palabras sacudieron a Alejandro. Sus manos se aflojaron y la urna con mis cenizas cayó al suelo. El sonido fue agudo y claro. Una ráfaga repentina de viento se 1levó todas mis ---- cenizas lejos. Alejandro, apresurado, se lanzó al suelo intentando atrapar los restos, pero fue en vano. Felicia miró a lo lejos, con los ojos húmedos, y de repente sonrió. - Lucía, por fin eres libre -dijo- . Ya no estarás atrapada nunca más.
