Capítulo 19: Sadie se quedó boquiabierta por la sorpresa. «¿Qué ha pasado?», preguntó con voz teñida de incredulidad. «Deberías mirar el chat del grupo», le dijo un compañero, señalando el ordenador de Sadie con expresión avergonzada. Cuando Sadie se giró hacia la pantalla, una cautelosa esperanza comenzó a brotar en su interior. ¿Podría ser que Noah hubiera hecho público su matrimonio? ¿Estaba listo para aceptar su relación abiertamente, para declarar su vínculo ante el mundo? Con el corazón latiendo con una mezcla de nervios y urgencia, Sadie encendió el ordenador y entró en el chat del grupo de trabajo sin dudarlo. Durante un breve y esperanzador segundo, sus labios esbozaron una tímida sonrisa. Pero esta se desvaneció y se congeló por completo. El mensaje fijado no era el feliz anuncio que había esperado. En cambio, era una sombría aclaración. Sus ojos recorrieron rápidamente las líneas; estaban escritas por un compañero del departamento de marketing, con el que había tenido un enfrentamiento anteriormente. El compañero confesaba haber tomado esas fotos con la única intención de manchar la reputación de Sadie. A continuación, se publicó un comunicado oficial de la empresa en el que se denunciaban las acciones del compañero y se le imponía una sanción severa, al tiempo que se lanzaba una advertencia contra la difusión de rumores. Así que no era lo que ella había pensado. La decepción se apoderó de Sadie como una ola fría, dejándole un dolor punzante, como si le hubieran dado una bofetada en la cara. La sensación la abrasó, hincándole las garras profundamente en la carne. «Di lo que quieras, pero al final, son los sentimientos de Noah los que lo deciden todo». Las palabras de Kyla la perseguían, apretándole el corazón como un tornillo de banco. ¿Era posible? ¿Noah prefería culpar a una colega inocente antes que hacer público su matrimonio, simplemente para proteger a Kyla del escándalo de ser la otra mujer? Sadie apretó los puños a los lados, clavándose las uñas en las palmas. Sin embargo, no sentía el dolor físico. El dolor en su corazón eclipsaba cualquier molestia física, una herida profunda y palpitante mucho más grave que cualquier corte. La realidad le atravesó el corazón como un trozo de hielo, helado y afilado, provocándole una agonía silenciosa y ardiente. Sadie lo había dado todo por este matrimonio, dejando de lado sus propios sueños solo para estar al lado de Noah, invisible pero inquebrantable. Sin embargo, esta era su amarga recompensa. Una risa hueca escapó de sus labios, teñida con el sabor de la desilusión. Mientras el sol se ocultaba tras el horizonte y el bullicio de la oficina se reducía a un silencio sepulcral, Sadie permaneció en su escritorio, perdida en sus pensamientos. La suave luminosidad de la pantalla de su ordenador proyectaba sombras fantasmales sobre sus rasgos, subrayando la confusión que la embargaba. Se maravillaba aturdida de su capacidad para soportar el día: cada mirada de reojo y cada murmullo de sus compañeros le parecían una puñalada en su corazón ya herido. Se había creído resistente, blindada contra los golpes y flechazos del destino. Pero la cruda luz de la verdad había puesto al descubierto su fragilidad, una delicada figura de cristal a punto de romperse. —Sadie, ¿por qué sigues aquí? La repentina irrupción de una voz familiar la sacó de su ensimismamiento. Era Tina Delgado, un faro de amabilidad en el mar a menudo indiferente del mundo corporativo. «Solo… estoy tratando de entender el nuevo proyecto», respondió Sadie, esbozando una débil sonrisa para ocultar su caos interior.