---- Capitulo 13. Regresé a la Ciudad del Norte para visitar a mi mentor, el profesor Sanchez. Después de quince afios sin verlo, su cabello se habia vuelto completamente blanco. Me conté sobre el colapso y el remordimiento de mis hermanos durante los afios que estuve ausente; Alex habia caido en la desesperacién, terminando decenas de veces en urgencias por intoxicacién alcohdlica. Ricardo, en sus ajios de duelo, se ofrecié como voluntario para numerosos experimentos médicos y proyectos de investigacién en la academia. Ademés, las constantes noches en vela y el exceso de trabajo habian deteriorado su salud de manera progresiva. En cuanto a Wendy, la habian expulsado de la casa de la manada, no obstante, al estar costumbrada a una vida de lujos, se negé a regresar al orfanato. Mas tarde, cayé en malas compafiias y estuvo involucrada en un devastador accidente de motocicleta mientras conducfa de manera temeraria. Apenas sobrevivid, pero se rompié una pierna y sufrié dafios cerebrales. Nadie sabia dénde habia terminado, solo era otra nifia sin hogar con discapacidad mental. Si estaba viva o muerta, nadie lo sabia con certeza. Mientras escuchaba todo eso, solo senti una calma interior. Finalmente, el profesor Sanchez suspiré suavemente. -Saben que se equivocaron y todos estos afios han estado llenos de arrepentimiento. Ambar, galguna vez has pensado en...? Lo interrumpi con suavidad. -No pienso en ello. Para mi, todo quedé en el pasado. ---- Habja decidido dedicar el resto de mi vida a la investigacién y desarrollo farmacéutico. En cuanto a mis dos hermanos, no podia decir que los odiaba, pero tampoco tenia el deseo de mirar atras. Cuando cumpli treinta y siete afios, me casé con Derek. Por nuestra edad, él no queria que arriesgara mi salud con un embarazo, asi que adoptamos a una nifia recién nacida. Cuando nuestra hija cumplié tres afios, le organicé una fiesta de cumpleafios. Después de la celebracidn, despedi a los ultimos invitados. Al volver a entrar al jardin, noté a Alex y Ricardo parados en las sombras bajo un arbol lejano. Ese afio yo tenia cuarenta, y ellos se acercaban a los cincuenta. Ricardo estaba sentado en una silla de ruedas, lo que me sorprendi6 tanto que miré dos veces. Debian haber estado alli mucho tiempo, pero no se habian atrevido a entrar. Al notar mi mirada, sus ojos se iluminaron con alegria. Alex empujé inmediatamente la silla de ruedas, apresurandose hacia mi. Entonces noté que ambos llevaban regalos. Ricardo me entreg6 con cautela una caja de regalo. -Esto es para tu hija. Esperamos... esperamos que le guste. Su voz mostraba una humildad y ansiedad inconfundibles, asi que después de dudar un momento, extendi la mano y lo acepté. Los ojos de Ricardo se iluminaron y répidamente me ofrecié el ramo que sostenia. -Después de todo este tiempo, nunca... nunca pudimos felicitarte. No sabia a qué se referia. ZA la exitosa culminacién de mi ---- investigacién farmacéutica de quince afios, a mi matrimonio, 0 a mi hija? Sin embargo, no pregunté. Simplemente tomé las flores y respondi con cortesia, pero con distancia. -Gracias. Alex atin sostenia una bolsa de regalo en las manos y con dedos temblorosos, sacé un hermoso vestido de la Diosa de la Luna. Al entregarmelo, no pudo mirarme a los ojos. -Lo siento, te debia esto desde hace mucho. En un destello de memoria, recordé a Alex sentado junto a la ventana, tarde en la noche, en un dormitorio tenuemente iluminado, contando monedas para ahorrar para mi vestido de la Diosa de la Luna. Eso se debia a que habia visto a una compajiera de clase presumir el vestido que su madre le habia comprado. Mi madre nunca tuvo tiempo para atender mis deseos, y Ricardo era demasiado despreocupado para notar esos detalles. Asi que Alex habia trabajado en secreto en trabajos ocasionales para ahorrar dinero. Para mi, nunca fue solo un vestido. Y ahora, un solo vestido no podia compensar todo, aun asi, sonrei y tampoco rechacé el gesto. Al final, mis brazos estaban llenos. Después de que finalmente se fueron, regresé a la casa. En la puerta principal, me agaché y dejé afuera todo lo que me habian dado. Mis hermanos nunca me habian dado tantos regalos a la vez, pero ya no los queria. Al dejar los objetos, miré hacia atras. Vi a Alex y Ricardo, que apenas habian caminado unos pasos, detenerse en seco y mirar hacia mi. Al ver los regalos abandonados en el suelo, con idénticas expresiones de dolor y angustia, rapidamente desviaron la mirada. Aquella noche, recibf una llamada del hospital; me informaron que ---- Ricardo estaba muriendo y me preguntaron si queria verlo una ultima vez.