El Olvido en el Peor Instante
Cuando mi padre tuvo un trágico accidente de tráfico y lo llevaron a la sala de emergencias, me pidió que trajera de regreso a Alejandro Fernández. Conteniendo las lágrimas, le dije que sí. Pero sabía muy bien que él me odiaba. Me odiaba por tener algo de dinero, por haber arruinado su amor y por haber destruido a su inigualable diosa. Así que nadie pudo impedir que Alejandro fuera a buscarla. — María, hoy es el cumpleaños de Ana, ¿podrías ser un poco más comprensiva con eso? En medio de una risa familiar y coqueta, Alejandro colgó apresurado el celular. Un segundo después, mi padre exhaló su último aliento de vida y murió sin poder cerrar los ojos. Después de cumplir con las últimas voluntades de mi padre, decidí dejarlo ir. Pero él se arrepintió...