Captulo 47 Le advirti que era peligroso y que deba marcharse los perseguidores se acercaban y ella tampoco podra sobrevivir. Pero la nia no se fue; en lugar de eso, con gran esfuerzo lo arrastr hasta una cueva oculta..o.-Hermano, aqu estars seguro, no te encontrarn -le dijo la pequea. Era invierno, pero ella solo vesta un desgastado vestido claro. Pareca haber estado sola en el bosque durante mucho tiempo, con solo su mueca como compaa.w..l estaba gravemente herido y temblando de fro. La nia lo abraz. -Hermano, tienes fro? Si te abrazo as, entrars en calor..o.Mirando sus ojos brillantes y puros, le pregunt: -Por qu ests sola aqu? Dnde est tu familia, tus padres?..Despus de un momento de silencio, respondi: -No tengo hogar ni padres, nadie me quiere en este mundo.La abraz y prometi: -Si sobrevivo, te llevar conmigo. Yo te querr -y le coloc su colgante de jade en el cuello. (1Pasaron la noche abrazados en la fra cueva, sus cuerpos dndose calor mutuamente. Pero cuando despert al da siguiente, ella haba desaparecido. Sus compaeros lo encontraron y tuvo que partir en helicptero.-Dnde ests no te vayas! -Mateo despert sobresaltado. Haba soado con ella otra vez.La verdad era que haca tiempo que haba encontrado a esa nia: era Luciana. Todos en su crculo los conocan como la pareja perfecta, pues durante aos la haba mantenido a su lado, consintindola hasta volverla radiante y caprichosa. Todos saban que era su favorita. Pero aunque Luciana estaba a su lado, segua soando con aquella nia de entonces. Soaba con su frgil cuerpo arrastrndolo con determinacin, con el calor de su abrazo, y con su repentina partida. Y siempre despertaba en el momento de su desaparicin.Mateo intent moverse, pero not un cuerpo suave y fragante en sus brazos. Baj la mirada y vio a Valentina. Los recuerdos de la noche anterior volvieron como una marea: se haban dormido juntos, ella dndole la espalda y l abrazndola.La haba mantenido as en sus brazos toda la noche. Ya era la maana siguiente, la brillante luz del amanecer se filtraba a travs de las cortinas, baando la habitacin en calidez. Valentina dorma plcidamente en sus brazos, su pequeo rostro blanco y delicado con suaves vellos dorados que brillaban con una suavidad cristalina, sus largas pestaas caan dcilmente comohermosos abanicos.Vindola dormir tan tranquila y suave en sus brazos, Mateo sinti inexplicablemente mundo entero se aquietaba. Era como si aquella nia hubiera regresado a su lado. La contempl durante largo tiempo.queelEn ese momento, Valentina se movi ligeramente en sus brazos. No se despert, pero su amplia camisa blanca se desliz de su hombro derecho, revelando un atisbo de su piel. La mirada de Mateo se oscureci ya se haba recuperado, y siendo un hombre joven y fuerte, las maanas lo hacan especialmente sensible. Con ella as en sus brazos, rpidamente desvi la mirada.Mateo record las heridas en su cintura. Estaban cubiertos por las mantas, y con cuidado levant su camisa blanca, comportndose como un caballero al no mirar ms abajo gracias a la proteccin de las sbanas. Pronto pudo ver su cintura, donde una mancha morada manchaba su piel blanca como el jade, una vista que le oprimi el corazn.
