Capítulo 24: La risa de Darren llenó el otro extremo de la línea. «¡Fantástico! Una vez que estés divorciado, vayamos al club y contrataré a cinco gigolós para que te entretengan». «Dos es suficiente», respondió Belinda con expresión seria. Tras una pausa, añadió: «¿Recuerdas al gigoló de la última vez?». Su complexión y aspecto eran bastante atractivos. La frente de Lucas se arrugó mientras Belinda hablaba, su rostro se volvió notablemente frío. «¡Muy bien!», exclamó Darren con una sonrisa. «Me aseguraré de que la alineación sea de tu agrado esta vez». De repente, recordando algo, Darren añadió: «Por cierto, Ryan, de la familia Adams, ha estado preguntando por ti. Parece que podría estar interesado en ti». Las cejas de Belinda se levantaron ligeramente. «¿Ryan? Interesante…». Entrecerró los ojos con astucia y, tras una breve pausa, le dijo a Darren: «Si vuelve a preguntar por mí, dale mi número. Pero no menciones mi nombre». Sus últimas palabras tenían una implicación más profunda e implícita. —¿Por qué? —La confusión de Darren era evidente. —Necesito preguntarle algo —explicó Belinda. —Ya veo —respondió Darren. Su conversación continuó durante un rato antes de que terminaran la llamada. Cuando Belinda dejó el teléfono a un lado, estaba a punto de apagar la luz cuando la voz de Lucas, llena de sarcasmo, rompió el silencio. «Belinda, parece que tu vida en el extranjero ha sido bastante intensa. ¿Cinco gigolós? ¿De verdad podrías manejar a tantos hombres?». El comentario de Lucas hizo que Belinda recordara con expresión compasiva: «Si hubiera sido puntual en el juzgado hace tres años para sellar nuestro divorcio, Sr. Clark, mi vida en el extranjero podría haber sido mucho más emocionante». Lucas soltó una risa burlona. «¿De verdad? Bueno, asegúrese de que Harold esté convencido mañana». Su mirada se volvió severa. «Tenemos que finalizar este divorcio rápidamente para que pueda casarme con Verena». Lucas estaba desconcertado por su propia compulsión a pronunciar esa última frase. Ante su declaración, un punzante sentimiento de tristeza tocó brevemente el corazón de Belinda, pero su rostro permaneció impasible. Se volvió hacia Lucas con una sonrisa radiante. —No se preocupe, Sr. Me encargaré de que usted y su amada Verena se unan sin demora. Con un elegante movimiento de muñeca, Belinda apagó la luz, se acostó y cerró los ojos. Tras saber durante tres años que Lucas quería divorciarse de ella por Verena, había regresado esta vez para finalizar su divorcio de Lucas de una vez por todas. Entonces, ¿por qué estar triste? Lucas pasó una noche inquieta en el sofá, sin consuelo.