---- Capítulo 7 Los usuarios se enfurecieron al verlo. Patriotas, defensores de la ciencia, y críticos de los "traidores" explotaron en las redes. El video se hizo viral, circulando sin control. Cada vez más personas lo veían, alimentando su odio hacia Ovidio y Clara. Algunos, Ilenos de ira, comenzaron a hostigarlo en redes. Otros fueron más allá, apareciendo en su vecindario con palos y amenazas, esperando su oportunidad de enfrentarlo. Incluso los padres de los estudiantes que él ensefiaba vieron el video. En poco tiempo, comenzaron a boicotear sus clases, exigiendo que un hombre como él no fuera responsable de la educación de sus hijos. Ovidio se quedó sin trabajo. Ya no podía salir a la calle sin miedo. La luz le aterraba, y cualquier rastro de humanidad lo hacía sentir expuesto. Se había convertido en un prisionero de su propia culpa, encerrado en la oscuridad de su propia creación. ---- Tiempo después, Esperanza llamó a Ovidio. Le informó que el decano había convocado una reunión para reactivar otro proyecto de investigación, y que el nombre de la profesora Constanza había sido inscrito en la historia de la universidad. Sin embargo, para Esperanza eso no era suficiente. Para ella, mi nombre merecía estar en la historia científica de todo el país. Indignada, lanzó insultos hacia Ovidio una vez más. ÉI, sin resistencia, soportó en silencio sus palabras. Ya no era más que una sombra de lo que fue, un hombre que vivía escondido, como una rata de alcantarilla. Solo se atrevía a comprar en línea o salir disfrazado en la madrugada para caminar. Las noches se le hicieron interminables, y el insomnio se convirtió en su único compafiero. Aunque tomara pastillas para dormir, siempre despertaba gritando mi nombre. Intentaba llenar el vacío con comida: alimentos grasosos, salados, dulces... Se atragantaba como si sufriera de un hambre insaciable. El cabello empezó a caérsele. El tiempo, que antes ---- parecía protegerlo, ahora lo devoraba rápidamente. En poco tiempo, se transformó en un hombre corriente y desalifiado. Mientras lo observaba, ya no recordaba qué había amado en él. Ni siquiera podía evocar la imagen de quién fue al principio. Con el tiempo, algo cambió. Su mente comenzó a fallar. Cada vez más, hablaba al aire, como si yo estuviera allí. -FConstanza, sé que estás aquí. ;Me acompaíõias? - murmuraba constantemente. Quería vomitar. No estaba con él por elección, simplemente no sabía cómo irme. No sabía cómo librarme de él. Un día, Ovidio sacó nuestra primera foto juntos. Con voz temblorosa, comenzó a hablarle a la imagen: -Constanza, siempre me gustaste desde el principio. Pero tú eras como una princesa, nunca sufriste, y yo. yo siempre me sentí menos. Me daba miedo amarte por completo, porque no quería que vieras mis defectos, no quería que te alejaras... ---- Lo miré con frialdad. Qué asco. En vida no supiste valorarme, y ahora, en tu miseria, te aferras a una versión idealizada de lo que fui. Te mereces este final. Entre lágrimas, continuó: -T-Lo siento, Constanza. La primera vez que vi a Clara, me recordó tanto a ti... Se parecía a ti, pero venía de mi mundo, de mi realidad. Ella me admiraba, me hacía sentir superior. Y empecé a proyectar lo que sentía por ti en ella, como si al cuidar de ella, estuviera compensando lo que te hice. Pero me equivoqué. Ella no era tú. Nunca lo fue. Escuchar esas palabras fue como liberar un peso enorme de mi pecho. Por fin, me sentí ligera. Era hora de irme. Al fin podía escapar de esta prisión. Sonreí por primera vez en mucho tiempo. Caminé ---- hacia la ventana, mirando el cielo nocturno. No pude evitar voltear y mirarlo una última vez. Ovidio, como si percibiera mi presencia, se levantó de golpe, corriendo hacia mí. -iConstanza! jSabía que seguías aquí! jPor favor, perdóname! -gritó, desesperado. Ovidio, jamás te perdonaré. Se lanzó hacia mí, pero su cuerpo atravesó el míio. Con ese impulso, cayó por la ventana. Ovidio se desplomó desde lo alto. No había forma de que sobreviviera. Suspiré, resignada. Esta vida había sido más extrahia que cualquier historia. Cerré los ojos, sintiendo cómo me desvanecía poco a poco. Solo espero que en la próxima vida todo sea más simple... y más puro.