---- Capitulo1 -Sefiora, vinimos a visitarla con mis papas. -La vocecita dulce y carifiosa de Alejandro resoné en la estancia hospitalaria. Yo, con la frente vendada, bajé la mirada con tristeza hacia mi hijo de cinco ajios, Alejandro Garcia, quien, esbozando una sonrisa picara, sostenia de la mano a dos adultos. Frente al insolente tratamiento de «sefiora», Diego Garcia, impecable en su traje, no demostré el menor intento por corregirlo, mientras sus ojos sagaces me estudiaban con calculadora intensidad. La mujer vestida de blanco que Alejandro arrastraba consigo - Camila Gonzdlez- tenia un aire de elegancia serena muy caracteristico. Bajo mi escrutinio, se llevé un mechén detras de la oreja con visible incomodidad Al notar que la observaba fijamente, Alejandro se planté delante de Camila como un pequefio guardian. De no estar fingiendo amnesia, juraria que esta era la foto perfecta de una familia feliz. Alejandro tiré del brazo de Diego y le susurré lo suficiente para que yo lo oyera Papa, si mamé perdié la memoria... gahora si pueden divorciarse? Conocia muy bien sus artimafias. Esto era un ajuste de cuentas. El ---- dia anterior lo habia reprendido frente a los sirvientes y su orgullo habia quedado herido. Era su juego favorito: humillarme siempre por diversién. Pero esta vez no seguiria el guion. Si habia dicho que no recordaba, lo interpretaria al pie de la letra -Perdén... :ustedes son? -pregunté, vacilante. Alejandro palidecié. -iNo puede ser! {Me olvidaste! jSi soy tu... tu nifio consentido! Diego hizo una mueca y sus ojos glaciales destellaron. -Isabella Lopez, basta de teatro. Los médicos confirmaron que solo fue una conmocién leve. Ni tu lesidn es grave ni esta farsa te salvarda del divorcio. -iExacto! jNos adoras demasiado para olvidarnos! -exclamé Alejandro, cruzéndose de brazos, tranquilo, copiando la postura desafiante de su padre. Yo solo sentia que la cabeza me iba a estallar. Sin embargo, Antes de que pudiera replicar, una enfermera golpe6 la puerta: -La paciente necesita reposo absoluto. Por favor, salgan. Diego y Alejandro se marcharon sin protestar, llevandose consigo a Camila, mientras la joven enfermera se acercaba a mi. Su esposo acaba de salir a comprarle sopa {Mi esposo? -pregunté, confundida. ,No acababa de echarlo? -Hace cuatro afios trabajé en obstetricia -respondié ella, ---- guifiéndome un ojo~. Los vi en cada control. Con esa belleza de pareja, era imposible no recordarlos. Ahi estaba el detalle: Diego nunca me habia acompafiado a esos chequeos. -Su marido era de los pocos que no usaba el celular en la sala de espera -continué-. Solo paseaba, preocupadisimo, hasta que usted salia. Alto, guapo, dedicado... {No hizo creer de nuevo en el amor! -Suspir6-. Por cierto, quiénes eran esos dos de antes? El tipo era un adonis, con cara de pocos amigos... No pude evitar reirme. Miguel Lépez, mi hermano -cinco afios menor que yo-, tenia dieciocho cuando me acompaiié a las catorces consultas prenatales. No aclaré el enredo familiar, puesto que pronto dejarian de serlo. Minutos después, Miguel entré jadeando con un termo en la mano. Al verlo, mi estémago rugié. Llevaba todo el dia sin comer y el dolor, producto del hambre, ya me arafiaba por dentro.