---- Capitulo11 Actuando con total naturalidad, comenté:-Delicioso, si que era cofiac. Avancé unos cuantos pasos, dejando atras a un Miguel paralizado, con el rubor extendiéndose desde sus mejillas hasta las orejas. Pero en cuestién de segundos, me alcanzé cortiendo y me envolvié. en un abrazo que me dejé sin aliento. Se incliné carifioso para enterrar su rostro en mi cuello, como un nifio que acaba de recibir el regalo de sus suefios "Isabella... te quiero tanto... -murmuraba una y otra vez, con esa voz ronca que se me clavaba directo en el pecho. Al llegar a casa, parecié sacudirse la borrachera de un golpe. Me empujé apresurado contra la puerta principal, sus ojos ardientes como brasas. "Isabella... :puedo besarte? -preguntd, con una voz que era més una stiplica que una simple pregunta. Ante mi aprobacién, se abalanzé como un cachorro hambriento. Sus labios encontraron los mios con una urgencia infinita que me hizo tambalear. La verdad no recuerdo cémo llegamos a la cama. Solo el sonido de nuestra respiracién entrecortada y el tacto de sus dedos recorriendo mi espalda. Cuando sus labios ansiosos de pasién rozaron mi clavicula, un escalofrio inmenso me recorrié todo el cuerpo. Miguel se detuvo al instante, solo para susurrarme al ofdo con voz huimeda y caliente:- Isabella... no vuelvas a alejarte de mi. ---- En la oscuridad, mis dedos encontraron su cinturén. Mientras tanto, en una reunién de amigos de Diego, el ambiente era muy diferente. Diego bebia en absoluto silencio, hasta que un fragmento de conversaci6n Ilegé a sus oidos. -i,Qué?! -rugié, volcando una mesa de un golpe:- Miguel es solo un hijo adoptivo de los Lopez? zY siempre ha estado enamorado de Isabella? Se le desfiguré la cara del enojo. Nunca lo habian visto asi: ojos enardecidos, venas palpitando en las sienes. Las botellas estallaron con violencia contra el suelo, salpicando de cristales y alcohol a los presentes. En el silencio aterrador que siguid, los invitados contuvieron la respiracin Fue entonces cuando a Diego le Ilegé el golpe de gracia: Miguel nunea lo habia llamado -cufiado-. Nunca se habia referido a Isabella como -hermana -iEse maldito hipécrita! -escupié, con un veneno que helé la sangre a todos los presentes. Diego condujo como un poseido hasta las oficinas de Miguel. Al entrar sin anunciarse, agarré a Miguel por el cuello y le propiné un pufietazo que resoné en toda la sala. -Eres un maldito desgraciado -escupié Diego, con los dientes fruncidos hasta crujir:- Te consideraba mi hermano, jy todo este tiempo codiciaste a mi esposa! ---- Miguel se limpié la sangre del labio con el dorso de la mano. Una sonrisa fria y despectiva se dibujé en su rostro. -£TU crees que merecias ser mi hermano politico? -respondié despectivo, sacando su celular:- Revisa nuestro historial de mensajes jAclaremos de una vez por todas quién fue realmente su marido! Diego, confundido pero intrigado, abrié su dispositivo. Comenzé a desplazarse por la conversacién, donde con frecuencia semanal aparecian sus propias solicitudes: -Acompafia a Isabella al control prenatal -Los vémitos no la dejan comer - ven ahora -Tiene depresién posparto - Ilévala de viaje "Isabella tiene fiebre -Esté haciendo un berrinche - ve a calmarla -Accidente automovilistico - cuidala Cada mensaje tenia una respuesta inmediata de Miguel. El descubrimiento golpeé con fuerza a Diego como una ola glacial: Miguel jamas habia tomado la iniciativa para visitar a Isabella. Era 61, Diego, quien de manera sistematica delegaba sus responsabilidades conyugales. Catorce controles prenatales. Noches de llanto postparto. Crisis matrimoniales. Hasta el accidente que borrd su memoria. ---- Miguel habia sido el verdadero pilar en las sombras. Las manos de Diego temblaban como hojas ante esta inesperada revelacién. Miguel no perdoné la oportunidad. Su pufio derecho impacté con fuerza quirdrgica en la mandibula de Diego, que ni siquiera intenté esquivar el golpe. {Qué tal el viaje por el museo de tu propia mierda? -pregunt6 Miguel, ajustandose un poco los pufios de la camisa:- Llevo afios esperando con gusto darte este magnifico regalo. Diego se apoy6 contra la pared, aturdido mas por la verdad que por el dolor fisico. Miguel continu, cada palabra afilada como cuchillo:-Dime, ;dénde estabas cuando Isabella casi muere en el parto? -hizo una pausa dramatica:- Ah, sf: en Viena, viendo a tu amada Camila tocar el piano mientras tu esposa se desangraba en la mesa de operaciones.