---- Capítulo 5 El grito de rabia de Catalina atravesó el sótano. - Crees que puedes Ilevártelos? jEntonces mira morir a tu sobrino primero! Antes de que Alejandro pudiera saltar a detenerla, ella hundió una jeringa cargada de plata en el cuello de Marcos. El grito de mi hijo me perseguirá para siempre. Lo siguiente que recuerdo es despertar en el refugio de sanación de la Manada Luna de Sangre. -iNo, no me toquen! -Me retorcí contra unas manos gentiles. -iLuz, estás a salvo! -La voz de Emma atravesó mi pánico- . Estás en casa, hermana. -iEmma? - Mi voz estaba ronca de tanto gritar. Alejandro estaba detrás de ella, con su gran figura proyectando sombras en la luz de las velas. Sus ojos ardían con furia apenas contenida. Entonces el recuerdo me golpeó como un rayo. ---- -iMarcos! -Me incorporé bruscamente-. ;Dónde está mi hijo? El rostro de Emma se desmoronó. -Los sanadores están con él. Están intentando... Me levanté tambaleándome de la cama, con mis piernas apenas sosteniéndome. -Llévame con él. Ahora. La cámara de curación estaba impregnada de hierbas y magia. Tres sanadores trabajaban sobre el pequeãho cuerpo de mi hijo, con sus manos brillando con poder. --La dosis de plata fue muy grande -murmuró el sanador principal- . Estamos haciendo todo lo que podemos. Durante dos días, no salí de al lado de Marcos. Durante dos días, vi cómo la plata devoraba las venas de mi bebé. Durante dos días, supliqué a cada deidad que conocia que lo perdonara. En el tercer día, Marcos abrió los ojos por última vez. ---- -iMamá? - Su voz era apenas un susurro-.Yano me duele. - Bebé, por favor... -Mis lágrimas cayeron sobre su rostro - . Quédate conmigo. - "Te amo, mamá. -Su pequeãõa mano apretó la mía - . éPrometes que estarás bien? Su corazón se detuvo antes de que pudiera responderle. Mi aullido de dolor sacudió todas las tierras de la manada. Emma trató de sostenerme. - Hermana, por favor... -iMataron a mi bebé! -grité desconsoladamente-. j Mi pequeão nifio inocente! La rabia de Alejandro hizo que el aire crepitara. -La Manada Sombra de Tormenta pagará... - No. - Mi voz estaba muerta, vacía- . Raúl pagará por esto. Porque al final, no fue Catalina quien mató a mi hijo. Fue mi pareja quien debería haberlo protegido. ---- El padre que eligió al hijo de otra mujer sobre el suyo propio. Sabía que ninguna venganza traería de vuelta a mi Marcos. Pero por todos los dioses, les haría recordar por qué nunca debes dafiar al cachorro de una madre loba. Aunque me costara mi último aliento. Después de la muerte de Marcos, permanecí en el refugio de sanación de la Manada Luna de Sangre durante dos semanas. Los sanadores intentaron darme de comer, pero la comida me sabía a ceniza. Raúl nunca Ilamó. Nunca vino. Quizás ni siquiera sabía que nuestro hijo estaba muerto. O quizás estaba demasiado ocupado jugando a la familia feliz con Sara y Jamie para importarle la vida de su propio hijo. Mi dolor se había endurecido en algo más oscuro. Algo que sabía a venganza. - Necesito buscar sus cosas -le dije a Emma una mahiana, con mi voz áspera de tanto aullar a la luna-. Los libros favoritos de Marcos. Su colgante de lobo. El que usaba todas las noches. ---- Alejandro insistió en acompafiarnos a las tierras de la Manada Sombra de Tormenta. La villa estaba llena de actividad, con sirvientes colgando decoraciones plateadas y azules. Catalina estaba dirigiendo los preparativos para alguna celebración. Su voz resonaba, ordenando flores frescas y champán. Sus ojos se convirtieron en hielo cuando nos vio. - Sus pertenencias están allí. -Sefialó dos bolsas tiradas afuera como basura, ya acumulando tierra y humedad. El gruíiido de Alejandro sacudió el suelo. -Te atreves... - Mi sobrino está muerto -la voz de Emma se quebró de furia, con su pequefio cuerpo temblando-. Tenía ocho anos. éY a ustedes se les ocurre hacer una fiesta? El labio de Catalina se curvó. -La muerte de ese cachorro débil no tiene nada que ver con nosotros. Agradezcan que les permitimos llevarse sus cosas, Alfa Peõa. Una puta que engendra asesinos merece algo mucho peor. ---- Emma se abalanzó hacia adelante, con las garras extendidas, pero le agarré el brazo. - Déjame recoger las cosas de Marcos - susurré, con las palabras quemando mi garganta- . Luego nunca tendremos que verlos de nuevo. Nos dimos la vuelta para irnos, pero el destino no había terminado de torturarme. La puerta principal se abrió. Raúl estaba allí, quedándose paralizado al verme. Sara estaba a su lado, con un rostro triunfante. Jamie estaba entre ellos, con el medallón de Beta de Raúl colgando en su cuello.
