Capítulo 14: «Si sientes la necesidad de dar un paso atrás, no me interpondré en tu camino». Linsey se quedó momentáneamente paralizada por la revelación. Luego, recuperando la compostura, preguntó «¿De cuánto dinero estamos hablando?». Collin, sin perder el ritmo y con un tono travieso, soltó una cifra astronómica. «¿Y si te dijera que estoy endeudado en cien millones de dólares?». Tal y como había previsto, la actitud imperturbable de Linsey vaciló ligeramente. Se preparó, seguro de que ella rechazaría la dura realidad de una carga tan inmensa. Sin embargo, Linsey volvió a desafiar sus expectativas. Su voz era firme y decidida cuando respondió: «No pasa nada. Lo afrontaremos juntos. De alguna manera, lo conseguiremos». Collin sintió una tormenta tumultuosa en su interior, pero logró mantener una apariencia de calma. Soltó una risa suave e incrédula, mirándola con escepticismo. «¿Y cómo, exactamente, propones que lo hagamos, Linsey? No estamos hablando de unos simples cien dólares». Linsey bajó la mirada, repasando mentalmente su historial financiero. Había dedicado la mayor parte de sus ingresos a Félix y ahora apenas le quedaba nada. Sin embargo, su confianza renació al pensar en sus habilidades como diseñadora. —No te preocupes. Estoy buscando trabajo —declaró con un nuevo optimismo en la voz—. He estado enviando currículos estos últimos días. Estoy segura de que pronto tendré noticias. —Hizo una pausa, con expresión seria—. «Pase lo que pase, no voy a dejar que te enfrentes a esto sola». Instintivamente, extendió la mano y rozó con los dedos la mano de él, que descansaba sobre el escritorio, en una silenciosa promesa de solidaridad. En el instante en que sus pieles se tocaron, Collin sintió una descarga eléctrica que le recorrió el pecho y ensombreció su expresión de inmediato. Sin dudarlo, apartó la mano de Linsey. Su falta de preparación para el movimiento repentino hizo que Linsey emitiera un suave grito de sorpresa. Lo miró con los ojos muy abiertos, su silencio lleno de incredulidad. La confusión en sus ojos provocó un dolor inexplicable en su corazón. Apretando el puño, Collin sintió la fantasmal suavidad de la palma de ella aún impresa en el dorso de su mano. Linsey lo miró fijamente, abriendo ligeramente la boca como para hablar, pero luego se detuvo, claramente nerviosa y sin saber cómo reaccionar. Por su actitud, era evidente que él había encontrado ofensivo su contacto. Apretando los labios con fuerza, Collin apartó la mirada y, con voz rígida, ofreció una explicación. —No estoy muy acostumbrado al contacto físico. Lo siento. La expresión de Linsey se suavizó al comprender la situación. Tenía las defensas levantadas, su sentido de la seguridad era tan frágil que instintivamente se apartó de su contacto. Desvió la mirada, fingiendo calma, y murmuró «Puedes irte». Linsey se detuvo, las palabras vacilando en sus labios, incapaz de pronunciarlas. Entendía que Collin no se abriría fácilmente a ella ni la aceptaría, sobre todo porque se conocían desde hacía muy poco tiempo. Ella misma sentía una incomodidad persistente por su acuerdo, un sentimiento que sospechaba que era aún más pronunciado para alguien tan reservado y complejo como Collin.
