Capítulo 6: El corazón de Félix se llenó de compasión por Joanna, y sus palabras no hicieron más que aumentar su irritación hacia Linsey. —Linsey, has cambiado mucho —dijo con voz teñida de decepción—. La Linsey que yo conocía nunca se habría comportado así. Si insistes en comportarte así… Linsey lo interrumpió antes de que pudiera terminar, con voz aguda y cortante. —Por supuesto que he cambiado. Debía de estar loca antes para aguantarte. Pero ya no. He entrado en razón. Solo un idiota seguiría humillándose como lo he hecho yo. Félix, déjame dejar esto muy claro: hemos terminado. ¡Completamente! Sin decir una palabra más, Linsey cogió su maleta y se dio la vuelta, con el rostro impasible. Felix se quedó paralizado, la firmeza de sus palabras le golpeó como un puñetazo en el estómago. Nunca la había visto así. Mientras ella salía de la habitación, arrastrando la maleta, una sensación de pánico abrumador se apoderó de él, sofocándolo con su intensidad. Por razones que no lograba entender, una pesada sensación de pérdida inminente le oprimía, como si la parte más importante de su vida se le estuviera escapando entre los dedos. —¡Linsey! —gritó con voz desesperada, moviéndose instintivamente como para perseguirla. Joanna abrió los ojos con sorpresa. No esperaba que Félix reaccionara así. Sin pensarlo, se llevó una mano a la mejilla y dejó escapar un sollozo suave y melodramático. —Félix, mi cara… me duele mucho. ¿Crees que está sangrando? Felix se quedó paralizado, con el corazón encogido al oír su angustia. A regañadientes, se volvió hacia ella. La mejilla de Joanna estaba marcada con tenues rayas rojas, una huella visible bajo la piel, y a Felix le dolió el pecho al verlo. —Joanna, no llores —murmuró, con voz llena de preocupación—. Te llevaré al hospital. Te pondremos una pomada, no te pasará nada». Joanna sollozó ruidosamente, con lágrimas casi teatrales. Dudó un momento, antes de suavizar la voz, fingiendo preocupación. «Felix, Linsey se va de verdad… Quizás deberías ir tras ella en lugar de preocuparte por mí. Estaré bien». Felix se mordió el labio, con expresión desgarrada. —Linsey ha cruzado la línea esta vez. No voy a seguir consintiéndola. Déjala que se cocine un poco, ya volverá arrastrándose. Cuando lo haga, haré que te pida perdón. El corazón de Joanna se llenó de satisfacción y se acurrucó en los brazos de Félix, con voz melosa. —Félix, eres tan bueno conmigo. Su plan estaba funcionando a la perfección. La satisfacción burbujeaba en su interior al sentir que tenía el control. Linsey no era más que una tonta por pensar que podía recuperar a Félix. Pero mientras Félix la abrazaba, el calor de su afecto no servía para calmar la inquietud que lo carcomía. Una extraña incomodidad le oprimía el pecho. ¿Por qué se sentía tan inquieto? Reprimió la inquietud e intentó sonreír a Joanna con paciencia forzada. Pero por mucho que lo intentara, su mirada seguía desviándose hacia donde se había ido Linsey. Linsey no tenía adónde ir. Volvería tarde o temprano. Estaba seguro de ello. Por otro lado, después de que Collin regresara a Vista Villa, se dirigió directamente al estudio.
