---- Capítulo 13 Al ver que toda la atención estaba centrada en mí, Selena aprovechó el caos para huir. Nadie notó cuando se escabulló por el pasillo, con una mano protegiendo su vientre y la otra ya sobre su teléfono. El personal médico trabajaba frenéticamente alrededor de mi cuerpo. Después de la tercera descarga, una enfermera apartó a mi hermano de la cama con suavidad. - Necesita dejarlos trabajar -le dijo con voz suave, guiándolo hacia la esquina. Él se desplomó contra la pared, deslizándose hasta quedar sentado en el suelo, sollozando sin control. Todo su orgullo y dignidad de Alfa quedaron olvidados ante la posibilidad de perderme: su hermana pequefia, su única familia, a quien había traicionado completamente. Mientras los sanadores luchaban por salvarme, presionando mi pecho, inyectando medicamentos y dando descargas a mi corazón, yo flotaba sobre todo aquello. Quería decirles que pararan porque estaba tan cansada. Aquí arriba no había dolor, la traición se sentía distante, y el sufrimiento por fin había terminado. Pero quizás aún tenía asuntos pendientes en el mundo de los vivos, porque después de la quinta descarga, ---- ocurrió un milagro. Bip... bip... bip... -iTenemos ritmo! La presión está subiendo, 80/50... 90 160. Mi alma, suspendida al borde de lo que sea que viene después de la vida, regresó reluctante a mi cuerpo roto. La paz y la ingravidez se desvanecieron, reemplazadas por el pesado dolor de la existencia. Desperté tres días después. Mi hermano había estado a mi lado todo el tiempo, negándose a irse incluso para ducharse o cambiarse de ropa. Se veía demacrado y descuidado, con varios días de barba oscureciendo su mandíbula, profundas ojeras bajo sus ojos y una mirada vacía que sugería que había envejecido afios en solo unos días. Cuando vio mis párpados abrirse, el cambio en su expresión fue inmediato, como un hombre muriendo de sed que de repente encuentra agua, sus ojos se iluminaron con desesperada alegría. --Cielo -susurró, como si temiera que hablar más fuerte me hiciera desaparecer. Giré la cabeza con lentitud, dolorosamente consciente ---- delos tubos y cables que me conectaban a varias máquinas. Cuando vi su mano alcanzando la mía, aparté mis dedos de su alcance y volví mi rostro hacia la ventana, evitando su mirada por completo. El dolor que cruzó su rostro fue como ver algo hacerse afiicos. Sus hombros se hundieron, su aroma cambió de alegría a pena, en un instante. -FCielo... -su voz se quebró- . Todo lo que te pasó es mi culpa. Alcanzó algo en la mesa junto a la cama. -Mira, encontré tu collar. La patrulla Beta lo encontró en los arbustos fuera de casa. Déjame ponértelo, ésí? Es el que mamá te dio. Negué débilmente con la cabeza. -No merezco usarlo, yanolo quiero. El rostro de mi hermano se desmoronó, sus manos temblorosas se apretaron tanto que sus nudillos se pusieron blancos. --Cielo, no digas eso -suplicó-. Yo soy el indigno, tá no hiciste nada malo, jnada! Fui ciego, confié estúpidamente en quien no debía y te fallé en todas las formas posibles. Todo es mi culpa. Se arrodilló junto a la cama, poniéndose a mi altura, ---- aunque seguí sin mirarlo. --Lo siento, Cielo. jLo siento tanto! -su voz se quebraba en cada palabra- . No espero perdón, no lo merezco. Bajé la cabeza sin decir nada. El silencio entre nosotros se extendió dolorosamente. No podía decir que lo perdonaba. Las palabras no salían, atrapadas bajo la montafia de dolor y traición que llenaba mi pecho. Pareció entenderlo, asintiendo levemente, aunque su aroma revelaba su angustia. - Sé que cometí errores terribles, imperdonables. Sufriste tanto por mi culpa -tragó con dificultad-. Está bien si no puedes perdonarme, lo entiendo. Solo quiero cuidarte ahora, hacer enmiendas como pueda. Quiero que te recuperes, Cielo. Mi hermano, el antes orgulloso y confiado Alfa, se volvió increíblemente humilde. Se movía a mi alrededor con cuidado, observando mis reacciones ante cualquier sefial de incomodidad, adaptándose a cada una de mis necesidades. Pero no sentí alegría por el cambio, era demasiado tarde, el dafio demasiado profundo. Dia y noche, permaneció junto a mi cama de hospital, ---- atendiendo todas mis necesidades antes de que pudiera expresarlas. Se aprendió mi horario de medicamentos mejor que las enfermeras, anticipaba cuando tendría dolor, sabía exactamente cómo acomodar mis almohadas. Parecía recordar todas mis preferencias, memorias de la infancia y las promesas que me había hecho, cosas que yo había ido olvidando lentamente a través de la druma del trauma y el envenenamiento por plata. -éRecuerdas cuando tenías seis afios y pescaste esa trucha enorme? - preguntó una tarde, tratando de llenar el silencio entre nosotros - . Papá estaba tan celoso que fingió estar molesto porque habías usado su carnada especial. A veces, al ver mi falta de respuesta, sus ojos se Ilenaban de lágrimas que rápidamente parpadeaba para alejar. Dos semanas después, cuando por fin me dieron el alta, volvimos a casa. Cualquier rastro de la presencia de Selena había sido completamente borrado: su ropa, sus fotografías, hasta su aroma, cubierto por pintura fresca y muebles nuevos, el sofá rosa había desaparecido. La casa lucía igual que en mis recuerdos de antes... antes de Selena, antes del Centro de Rehabilitación, antes de que nuestra familia se quebrara sin remedio. ---- Por instinto, me dirigí hacia las escaleras del ático, pero mi hermano me detuvo suavemente con una mano en el brazo. - FEste es tu cuarto, Cielo -dijo, abriendo la puerta de mi antigua habitación, exactamente como había estado afios atrás: mis libros, posters, incluso mis peluches de la infancia estaban ordenados sobre la cama- . Te juro que nunca más permitiré que te maltraten. Apreté mi pequefia bolsa del hospital y negué conla cabeza. -No importa dónde me quede. Cuando me recupere, buscaré trabajo y me iré. La expresión de mi hermano cambió a una de pánico. - Por qué te irías? Esta es tu casa, siempre lo ha sido. Volví a negar, encontrando el valor para verlo a los ojos finalmente. - No, es tu casa. Quiero un lugar donde no me echen en cualquier momento, no quiero que me envíen de nuevo a ese lugar, jamás. El dolor en sus ojos era infinito. -Cielo... Los ojos de mi hermano se enrojecieron conteniendo las lágrimas. Sin dudarlo, se arrodilló ante mí en el pasillo, conla cabeza inclinada. --FCielo, nada de eso volverá a suceder. Lo juro por la tumba de nuestros padres, por mi vida y por todo lo que ---- soy.