Mis cenizas a los pies de mi esposo
Al tercer día después de mi muerte, Sebastián recibió una llamada para que confirmara la identidad del cadáver. Abrazando a la mujer que tenía en sus brazos, respondió con indiferencia: —Si realmente está muerta, entonces contáctenme por favor cuando el cuerpo ya esté incinerado. Mi cuerpo fue llevado al crematorio y, tras convertirme en cenizas, el personal volvió a llamar a Sebastián. Él respondió con impaciencia: —Ok, espérenme.