---- Capítulo 7 Apenas avancé un par de pasos cuando una mano, dura como una trampa de acero, me apresó la mufeca. Una voz conocida -áspera y chillona- tronó a mis espaldas: era mi madre. -iDiana, eres un engendro maldito! No pudiste salvar a tu propio cachorro y ahora vienes a perjudicar a tu hermana, zeh? En su grito vibraba una furia descarnada: -Le costó tanto darle un cachorro a su nueva familia, y tú eliges justo hoy para armar escándalo. ;Cuánta venenosidad cabe en tu corazón? -iHace tiempo rompimos nuestro vínculo de sangre! Te desterramos del clan y dejas de ser nuestra hija, ;y todavía te atreves a regresar para hacernos quedar en ridículo? AA cada alarido su voz taladraba el salón; la música y las charlas se extinguieron mientras todas las miradas se clavaban en nosotras. También salió el Alfa Nate, ceão fruncido, voz contenida: -Diana, deja de hacer drama. Lo miré con frialdad. ;A quién intentaba apaciguar? £A m, para que guardara silencio y enterrara aquella transacción inmunda? -iBasta! -rugió mi padre. Con el rostro rígido como piedra alzó la mano y me descargó una bofetada cargada de odio-. jJamás debimos recogerte! Un zumbido me taladró los oídos; la mejilla ardía. Sin embargo, por dentro me sentí más serena que nunca. ---- Así que era eso. La preferencia por Rose nunca fue simple favoritismo, Yo jamás fui su verdadera cachorra, ni su sangre, ni su família. Volví el rostro despacio hacia ese hombre que tanto me Ilamó "hija" y curvé una sonrisa helada, Entonces- -iDeténganse! Una voz grave y autoritaria quebró el silencio. Todos se giraron al unisono. Aquella dama de porte regio avanzó a zancadas, me colocó tras de sí y lanzó una mirada afilada como cuchillas a la familia Charles. -Si dicen que ella no es su cachorra -tronó, colérica tras afios de contención-, ha Ilegado la hora de poner fin a esta mentira. Mi madre bufó, tratando de mantener la compostura: -;Quién es usted? Disciplinar a mi hija no le incumbe. En ese momento aparecieron los suegros de Rose; el semblante se les alteró y el tono se volvió deferente: -zEs usted... la Reina Luna Victoria, compaiera del Rey Alfa del Norte? El color se les esfumó a Rose y a sus padres. La noble sefora barrió a los presentes con desdén, como si contemplara insectos. -Si no es su hija, sométanla a una prueba de sangre. Sospecho que es la cachorra que perdimos hace veinte ahos. ---- -Si se confirma, pagarán cada una de las heridas que le hayan causado. Un murmullo de asombro recorrió el salón. Yo, a su espalda, alcé levemente la comisura de los labios; mi sonrisa Ilevaba espinas. Giré despacio hacia los suegros de Rose y, con voz tersa pero glacial, declaré: -Si no soy su cachorra, tampoco pienso salvarles las apariencias. Hice una pausa; mis ojos recorrieron a toda la familia Charles y se clavaron, al final, en Rose y los suyos. -Más vale que verifiquen el origen de ese nifio. No vaya a ser que estén criando el cachorro de otra loba creyendo que es su nieto. En cuanto mis palabras cayeron, el rostro de Rose perdió todo rastro de color y quedó petrificada.