---- Capítulo 09 Cuando se publicó la lista oficial... ahí estaba mi nombre. No lo esperaba. Fue una sorpresa absoluta. Esa misma tarde, fui a buscar a Leandro al café donde solíamos encontrarnos. -Fuiste tú? -pregunté directamente-. ; Qué hiciste para que me eligieran? É bajó la mirada, sonriendo con naturalidad. -Vendí un pequeão porcentaje de acciones. Nada grave. Tú lo vales. Tuve que reír, de la rabia. Nada grave? Sabia perfectamente que ese tipo de decisiones no se tomaban sin pasar por una junta de accionistas -Leandro, tú sabes lo que estás diciendo? -Sí -dijo sin titubear-. No me importa lo que cueste, mientras tú seas feliz. Porque tú... tú eres la persona más importante para mí. éiLa más importante? Lo miré, sin decir nada. Y al notar mi silencio prolongado, se puso nervioso. Se le tieron las orejas de rojo y tosió un par de veces para disimular. -Vi que te gustó esa foto de un campo de flores... así que te preparé una sorpresa para esta noche. Si quieres, podemos ir juntos y. -Leandro. ---- Lo interrumpí en voz baja. É| se tensó. -iNo te gusta? Está bien, lo cambiamos. ; Te gustaria ver fuegos artificiales? zO prefieres un show de luces? Puedo reservar algo más... Se le notaba la ansiedad. Esa forma de querer agradarme... era exactamente la misma que yo habia tenido afios atrás. -No hace falta que hagas tanto por mí. No somos pareja. Ni ahora... ni en el futuro. Leandro bajó la mirada. Su voz tembló de frustración. -Tú me amaste una vez. Yo lo arruiné. Pero no puedo evitarlo. Me niego a creer que ya no me amas. Dime la verdad, Vanesa. Mírame a los ojos y dime... ude verdad no sientes nada por mi? Me tomó de los hombros con firmeza. Buscaba desesperadamente algo en mi mirada. éDe verdad no sentía nada? Cerré los ojos. Por supuesto que sí. Pero ese amor, lo poco que quedaba... ya no alcanzaba. Ya no bastaba para compartir una vida. Aquella pasión genuina y pura que un día sentí... se fue desvaneciendo en los aios de silencio, de heridas, de soledad ---- -Lo siento -susurré-. Ya no hay lugar para nosotros, Leandro apretó los labios. Tragó saliva. Y entonces, en vez de enojarse o insistir... sonrió con ternura. -Está bien. No importa. Ser tu hermano también me hace feliz. La voz de doõa Eugenia me sacó del recuerdo. Estábamos ya en la mesa Nos habíamos sentado cada uno en una esquina del comedor, como si fuéramos los vértices de un cuadrado invisible. Yo, Leandro y sus padres. Mi mirada, casi sin querer, volvía una y otra vez a posarse en él. Ya no era el chico arrogante y rebelde que conocí. Ahora, habia en él una elegancia madura, un silencio que hablaba más que sus palabras. Y pensé... qué hermoso era ver que aún estaba vivo. Qué hermoso era ver que todo habia cambiado. Don Ernesto levantó su copa y sonrió. -Vanesa, te animas a dedicarle unas palabras a Leandro por su cumpleaõos? Volví a la realidad, sonreí y levanté mi copa. -Por supuesto. Leandro, te deseo paz, alegría, una vida plen que te propongas. y que logres todo lo Él se quedó un segundo en silencio, sorprendido. Luego alzó su ---- copa y la chocó con la mia. -Y yo a ti, Vanesa. Seré el mejor hermano que puedas tener. Siempre estaré para ti. Las copas tintinearon. Las risas Ilenaron la habitación. Y en ese momento, esa historia que había comenzado con dolor y arrepentimiento... encontró su paz. Yo, que durante tantos aíios me habia aferrado a un amor imposible, finalmente lo solté. Y en ese soltar... me sentí libre. Esa noche, cenamos en familia. Y todo fue perfecto. Las tres promesas que me ataban al pasado... ya estaban cumplidas. Y ahora, si: que la vida siga, con tranquilidad, con esperanza, con luz. Que haya paz, que haya alegría, y que todo sea como debe ser. (Fin)