---- Capítulo 5 Francisco se detuvo y se volvió para preguntarle al médico si estaba confundido. El médico lo miró y repitió: -No hay error, sefior. Usted es el esposo de Laura, verdad? Laura se sometió a su cuarto intento de fertilización in vitro hace un tiempo, pero se lo ocultó por miedo a decepcionarlo si fracasaba. El mes pasado vino a hacerse un contro! y finalmente lo lograron. ;No se lo dijo? -Hizo una breve pausa antes de continuar-: Realmente, debe cuidarla bien. Ha sufrido mucho para poder concebir... no ha sido nada fácil para ella. El médico seguía hablando, pero Francisco sentía como si hubiera perdido la audición. No podía distinguir las voces a su alrededor, solo escuchaba un zumbido. Su Laura también estaba embarazada. El mes pasado.. Abrió los ojos con sorpresa. Así que la razón por la que se había encontrado con Laura en el hospital aquel día había sido porque habia ido a recoger sus resultados. Eso queria decir que, el día que había descubierto que finalmente estaba embarazada, lo habia visto a é|, su esposo, acompaíiando a otra mujer en una revisión prenatal. Y él incluso la habia empujado. Francisco tomó una bocanada de aire para aliviar el dolor en su corazón, mientras la desesperación se apoderaba de él. ---- De repente sintió que esta vez su Laura probablemente no lo perdonaría. Francisco nunca habia conducido tan rápido en su vida. Una voz interior le urgia a ir más deprisa. -Laura... El interior de la casa estaba completamente oscuro, no habia nadie. La foto de su boda en la mesita de noche habia sido rasgada, y la ropa de Laura ya no estaba en el armario. No quedaba rastro de ella en el hogar. Como si esos diez afios juntos hubieran sido solo un sueo. Un pánico infinito invadió su corazón. Cuando vio los papeles de divorcio sobre el tocador, ese pánico alcanzó su punto máximo. -iLaura...! -un grito de extremo dolor resonó en la habitación vacia. 00 Laura Yo no habia decidido a dónde ir. Mis padres se habían divorciado cuando era pequefia. El día de su divorcio, habían mantenido una violenta discusión por mi causa. No peleaban por quién se quedaba conmigo, sino por quién no tendría que hacerlo. Nunca experimenté el calor de un hogar durante mi infancia. Al crecer, desarrollé un rechazo hacia las relaciones íntimas. Fue Francisco quien, poco a poco, había abierto mi corazón. Me hizo creer que yo también merecia ser feliz. ---- El matrimonio no parecía algo tan terrible, siempre que eligieras a la persona correcta. El día que me propuso matrimonio, apenas sacó el anillo y ya estaba Ilorando sin consuelo. Dijo que queria construir conmigo un pequeo hogar que fuera solo nuestro. Queria hacerme feliz por el resto de mi vida. Al principio realmente lo cumplió. Él un nio rico, acostumbrado a los privilegios, aprendió a cocinar por mí y ahora era capaz de preparar platos excelentes. Sabiendo el trauma de mi infancia, en siete ahos de matrimonio nunca se había atrevido a alzarme la voz. Yo era tan ordinaria, pero é! me trataba como a una princesa. Sin embargo, los sentimientos pueden cambiar en un instante. El mundo estaba lleno de color y é| enfrentaba demasiadas tentaciones. No pude evitar pensar que, hasta el momento, é| me seguía amando más que a nadie. Pero como habia dicho Isabel, ellos tenían un hijo juntos. Y, en el futuro, inevitablemente, ambos estarían conectados por ese niio. Lo que nos haría pelear constantemente, Al principio, Francisco podria sentirse culpable conmigo, pero con el tiempo, esa culpa se desvaneceria entre interminables discusiones. Pensaría que no soy capaz de entenderlo, y su corazón se alejaría cada vez más. Hasta que yo no pudiera soportarlo y me fuera tristemente. Sería demasiado doloroso. Y mi dignidad no me permitia Ilegar a ese punto. ---- Por eso era mejor irme con elegancia y dejarlos ser felices. Mientras caminaba sin rumbo por la calle, de repente vi un anuncio de servicio público en una parada de autobús. Las caras inocentes de los nifios en el cartel me hicieron sonreir involuntariamente, aliviando mucho de mi angustia. Exhalando suavemente, tomé una decisión. Ya que no tenía adónde ir, mejor haría algo significativo. En cuanto a los diez aios con Francisco, los dejaría pasar como nubes pasajeras.