Capítulo 16: ???? ???? ???? ???? ???? No tenía más remedio que entrar y actuar acorde a la ocasión. Puse mi mejor cara de ‘que feliz me hace verlos a todos’ y pase a saludar. Mi abuela me fulminó con la mirada, es que para Doña Berta, como buena italiana, era una falta de respeto olvidar un acontecimiento familiar. Me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla, a su lado estaba el cumpleañero. “Abuela, mis disculpas, se me hizo tarde en la oficina” Luciano me miró con odio y replicó. “¿Oficina?, me parece que te estás distrayendo mucho con esa joven de la ONG” “¿De qué carajo hablas, Luciano?” Obviamente hablaba de Victoria, pero ¿Cómo podría saber de ella? “Sabes abuela, la tiene viviendo en la casa del pueblo” “¿Eso es cierto, Franco?” Dijo mi abuela mientras su mirada era como cuchillos afilados. Mentirle no era una opción, tarde o temprano te enteraría y sería peor. Ahora que Luciano había sembrado la duda, no iba a quedarse tranquila hasta averiguar la verdad. “Es una chica que conocí, hace poco está en la ciudad y le ofrecí la casa mientras buscaba donde instalarse”. “¿Es de buena familia?” “Por supuesto, abuela, ¿Acaso no me conoces?” Le sonreí “Me gustaría conocerla” “Lo harás, tranquila, que lo harás” Mi hermano siempre me sacaba de quicio, pero en ese momento quería matarlo y de ser posible despacio para que sufriera. Me acerqué a él. “Voy a matarte, Luciano” “No será necesario. Sé muy bien cuál es el tema con Victoria…” “Pero…” “Nada, hermanito, solo tenemos que negociar” “¡Maldito!” “Hola, Franco, querido” “Carla, ¿Cómo has estado?” “Mal, tesoro, me tienes abandonada” “No es personal, preciosa, estoy con mucho trabajo, solo eso” “Bueno, espero que hoy te hagas un tiempo para mí” “Tal vez luego” Me alejé no solo de ella, sino de toda la gente lo más que pude. En ese momento maldije el día que dejé de fumar. Que bien me hubiera venido un cigarrillo. Habían descubierto a Victoria, tenía que pensar y pensar rápido. Mi vida pendía de un hilo, bueno no de forma literal, pero los negocios dependían de mí por mandato de mi abuela, que era quien regenteaba todo, solo bastaba una orden de ella y todo se iba al tacho. Seguiría teniendo una vida de lujo, pues mi herencia y mis ahorros personales eran intocables, pero mi prestigio en la empresa y mi nombre, sería mancillado. Ese era el precio por nacer en el seno de una familia tradicional italiana. Luego de pensar un rato salí al jardín y la llamé. “Perdona la hora, sé que estas cansada” “Qué pasa, Franco?” Se oía dormida. “Te desperté y te ruego me disculpes, pero mañana en la mañana iré por allí, necesito hablar contigo, es importante, muy importante” “No me asustes, ¿Qué sucede?” “Necesito tu ayuda, te lo explico mañana, que descanses” No sé porque la llamé, solo logré inquietarla, seguramente no dormiría en toda la noche. ¿Cómo resolveré esto?
