---- Capítulo 1 Perspectiva de Sofía Fui secuestrada por los rivales de mi esposo mafioso, pero él no se apresuró a rescatarme. Aunque me dijo «Espérame», estaba demasiado ocupado cuidando a Valeria, la viuda de su sobrino. Así que esperé. Los días se convirtieron en semanas, luego en meses, y casi pasó un aõo hasta que finalmente me cansé de esperar... y escapé por mi cuenta. En el momento en que puse un pie en la Mansión Herrera, supe que algo andaba mal. Serpentinas colgaban de cada ventana, las copas de champán tintineaban y las risas flotaban en la brisa primaveral; era una fiesta, una celebración del primer mes de una bebé Ilamada Luna. Me quedé paralizada al ver a Diego, mi esposo, y a Valeria, la viuda de su sobrino, entrar al jardín tomados de la mano. La multitud estalló en vítores, aplaudiendo como focas amaestradas. En brazos de Valeria, vestida con un mar de encaje rosa, estaba una recién nacida, que deduje que era Luna. Valeria Ilevaba un vestido blanco, una prenda suave y etérea que la hacía parecer un ángel. Diego hacía juego con ella, con un traje blanco que se ajustaba a su figura alta, mientras apoyaba su mano en la espalda de ella de forma protectora. Diego levantó su copa de champán, y la multitud cayó en un silencio ---- reverente. -Hoy -anunció-, celebramos el primer mes de mi hija Luna. Y. - Sonrió, orgulloso, radiante-, tenemos otra buena noticia. Valeria y yo nos vamos a casar. La boda se celebrará en el Casino Herrera. Espero verlos a todos allí. Así que eso era lo que había mantenido a Diego demasiado ocupado para ir a rescatarme. La mirada de Diego recorrió la multitud... y, de pronto, se posó en mií. Por un segundo, su rostro se quebró, pude ver sorpresa, alivio, tal vez incluso alegria. Su cuerpo se inclinó hacia adelante, el instinto lo empujaba hacia mí... Hasta que Valeria lo agarró del brazo y le susurró algo urgente al oído. Y así, sin más, se quedó dónde estaba. A mi alrededor, la multitud comenzó a murmurar. -éQuién es esa mujer sucia? -susurró alguien. -Se parece a Sofía, .no? -dijo otro-. Pero Sofía está muerta. Diego lo dijo, específicó que hace ocho meses, uno de sus enemigos acabó con ella. -Cierto -intervino alguien-. Por eso Valeria y é| están juntos. Estaban de luto y se unieron por sus pérdidas. Una historia de amor, en la vida real. cEstaba muerta? Todo ese tiempo, yo habia estado esperándolo, creyendo que iría por mí, pero zél me habia declarado muerta ante el mundo solo para poder seguir adelante? ; Para poder pasear con Valeria enganchada a su brazo y llamar a su hija bastarda «un milagro»? -Si ella es Sofía -siseó una voz cercana-, entonces Valeria ha ---- estado acostándose con su tío político todo este tiempo, -Dios -susurró otro-, con razón Diego no esperó a que hubiera un ataúd antes de proponerle matrimonio. Los susurros se hicieron más fuertes, más afilados. Y Valeria, de pie en el centro de todo, mostró sus emociones, su boca tembló en un puchero, y lágrimas brillantes se asomaron a sus ojos. Pobre Valeria; su imagen del ángel perfecto comenzaba a resquebrajarse. -No toleraré este tipo de acusaciones -dijo Valeria, con una voz lo suficientemente temblorosa como para sonar trágica. Entonces, se dio la vuelta y huyó del escenario. Diego corrió tras ella, atrapando su mano al borde de la plataforma. -Valeria, no te alteres por comentarios sin sentido -murmuró, mientras el micrófono seguía captando cada palabra. -Luego se volvió, enfrentando a la multitud-. Valeria no ha hecho nada malo. De hecho, mi hija Luna será la heredera del Casino Herrera. AAsí que Luna heredaria todo, entonces, z qué pasaría con mis gemelos? ; Qué pasaria con Camila y Mateo, los nifios que una vez juró que continuarían con el legado de los Herrera? ;Eso también habia sido una mentira? Mi mirada se deslizó hacia la mano de Valeria, captando, incluso desde el otro lado del patio, el destello del diamante en su dedo. Era un anillo famiíliar, uno que solía estar en mi dedo. La reliquia famíliar de los Herrera, ahora era Ilevada por Valeria como si siempre le hubiera pertenecido. Tragué el nudo en mi garganta, mientras mis dedos temblaban a ---- mis costados. Los ojos de Diego encontraron los míos de nuevo, pero esta vez no habia piedad en ellos, solo molestia, mientras se acercaba a mí con paso firme, su boca apretada en una línea sombria. -Mi Sofía está muerta -dijo con frialdad, lo suficientemente alto para que los invitados más cercanos lo oyeran-. Esta mujer no es más que una impostora que intenta arruinar el día de Valeria. Cualquiera que crea lo contrario, cualquiera que difunda rumores, se las verá conmigo. Me acerqué más, lo suficiente para que solo él pudiera oírme al susurrar: -Dilo otra vez. Mírame a los ojos y dime que Sofía está muerta. Su mandíbula se tensó, y, cuando habló, su voz fue baja y urgente: -Solo por esta vez, sígueme el juego. Ya los oíste, destrozarán a Valeria si admito que eres Sofía. No puedo dejar que cargue con la vergienza de ser Ilamada una rompehogares. Ni siquiera esperó mi respuesta. Simplemente, chasqueó los dedos, y los guardias aparecieron a mis lados, escoltándome fuera. El mayordomo me recibió de manos de los guardias. -Sehora Herrera? -preguntó con voz temblorosa al reconocerme. Asentí y, de inmediato, me condujo a la casa de huéspedes, una pequefia vivienda de una habitación en el extremo más alejado de la propiedad, -Puede refrescarse -dijo incómodo-. Le traeré ropa limpia y algo de comer. ---- En cuanto se fue, me escabullí de vuelta a la casa principal Nada más cruzar las puertas, me golpeó la realidad: todo era diferente. La elegante y sobria casa que conocía habia desaparecido. En su lugar se alzaba un palacio ostentoso: muebles con acabados dorados, candelabros de cristal, cortinas de terciopelo. Apestaba a los intentos desesperados de alguien por borrar hasta el último rastro de mi existencia, de forma vulgar y exagerada. Me dirigí a la habitación principal, allí también lo habían reemplazado todo: la cama, las cortinas, incluso la foto de boda sobre la cómoda; ahora no era yo quien aparecía en la fotografía, sino Valeria, quien sonreía, radiante, mientras Diego le besaba la mejilla. El mayordomo apareció detrás de mí, retorciêndose las manos. -Sehora Herrera... no puede estar aqui... Me volví hacia él y, con voz cortante, pregunté: -eDónde están mis gemelos? El mayordomo palideció. -Ellos... están en el sótano. El sótano era frío y húmedo, apenas apto para el almacenaje, mucho menos para nifios. Lo aparté de un empujón y bajé furiosa por las estrechas escaleras. Cuando abrí de golpe la puerta de uno de los diminutos cuartos de servicio, me quedé paralizada. Camila y Mateo estaban acurrucados juntos en el suelo sucio, rodeados de bolsas de basura. Un ratón se escabulló entre los ---- desperdicios, atrevido por la costumbre. Camila siempre habíia sido frágil, desde recién nacida. Ahora su pequeiio cuerpo parecía aún más delgado, como si una ráfaga de viento pudiera partirla en dos, mientras que Mateo tenía la cara manchada de suciedad. Su ropa estaba sucia y hecha jirones, la tela se veia tan gastada que apenas se distinguían los estampados. Mientras la hija de Valeria dormía arriba sobre sábanas de seda, vestida con un faldón de bautizo de encaje y alimentada con cucharas de plata... mis hijos se pudrían en la inmundicia. Se me cerró la garganta. -iCamila? ;Mateo? Mamá está aquí, he vuelto. Los dos se movieron, y Camila abrió los ojos primero, susurrando: -iMamá?