---- Capítulo 09 Después de todo este circo, le dejé claro a todos en el bufete: No más relaciones. No más hombres. Nada, absolutamente nada, es más importante que mi carrera. Leandro nunca volvió a aparecer. Supuse que regresó a Santa Lucía del Valle. Mientras tanto, yo seguía creciendo en Ciudad Encina. Caso tras caso, fui construyendo mi nombre. Poco a poco, me volví una abogada reconocida dentro del círculo legal. Un dia, por accidente, algunos colegas se enteraron de que mis padres eran los fundadores del bufete. Temí que pensaran que era una "hija de papi". Pero en lugar de eso, todos sonrieron: -iCon razón! Se nota que tienes alma de jefa. -iSolo unos padres brillantes pueden criar a una hija así! Sus palabras me aliviaron. Me hicieron sentir que sí, lo había hecho bien. Aproveché mis vacaciones para recorrer nuevos lugares. En verano, me bronceé bajo el sol en las playas de Bahía del Sol. En otoío, exploré los colores intensos de los valles de Monte Claro. En invierno, me quedé en casa junto a mis padres disfrutando de la nieve en Sierra Encina. Y en primavera, subí hasta la cima de Altos de Cielo Verde para ---- recibir el nuevo afio. Pasaron los afios. Volví a ser la mejor del bufete. En toda Ciudad Encina, los clientes importantes me buscaban sin dudar. Tuve varios pretendientes. |A todos los rechacé. Después de lo que viví, dejé de creer en el amor de los hombres Solo confío en mi famiília y en mí misma. Con el tiempo, hasta el nombre de Leandro Fuentes empezó a desdibujarse en mi memoria. Hasta que, un día, una amiga me invitó a visitar Santa Lucía del Valle. Cinco aíios atrás, habria dicho que no con una excusa legal y perfectamente razonada. Pero ahora solo me limité a sonreír y decir: -Perfecto. Conozco bien la ciudad, te voy a guiar. Apenas bajé del avión, el aire, las calles, todo me resultó familiar. Mientras paseábamos, pasamos por la antigua sede del bufete donde solía trabajar. Le hice una seõa a mi amiga y bajé sola. Quería ver a Marcela Rivas. Cinco afios sin vernos. Las dos habíamos cambiado. Entré al edifício y vi su foto en la pared de honor: Abogada del Aio. ---- Sonreí con orgullo. -;iVanesa? -escuché a mis espaldas. Me giré y la vi: pelo corto, firmeza en la mirada. Marcela se veía más madura, más segura, más fuerte. -iEres tú! -corrió hacia mí y me abrazó con fuerza-. jCinco afios! ; Te extrafé tanto! -Solo vine de paseo con una amiga -respondí con una sonrisa-, y pensé en visitarte. Marcela sonrió, divertida. -Sabías que Leandro y Clarisa ya no trabajan aqui? Me sorprendí. -iNo? -Después que te fuiste, Leandro empezó a perder todos los casos. Clarisa dejó de venir tras "quedar embarazada". Y ahí se quedó, viviendo de él, sin mover un dedo, -ÉI quiso dejarla, pero ella no lo soltaba. Hasta trajo a toda su familia a hacer escándalos en su casa. Lo presionaban para que se casara con ella. -Leandro se volvió un desastre, hasta que el bufete lo echó. Después de eso, vendió el departamento... y regresaron al pueblo. Me quedé en silencio. Él habia trabajado tanto para salir de ese lugar. Y al final, volvió justo al punto de partida. ---- Marcela, sin embargo, reía. -iComo debe ser! Un hombre que traiciona así, se merece lo peor. Yo asentí, sin amargura. -Tienes razón. En ese momento, mi amiga apareció a nuestro lado. - Y ustedes de qué hablan? Marcela la miró, encantada. -çiEs tu amiga? jyQué guapa! Yorei. -Sí, gpor qué no salimos todos juntos? -iMe encantaría! Y con eso, salimos las tres del bufete, dejando el pasado bien cerrado, como debe ser. Porque hay historias que terminan con ruido, otras con lágrimas... ..y algunas, como la mia, terminan con una sonrisa en paz. Abhora sí, todo está en paz.