---- Capítulo7 Durante dos meses exactos, Rodrigo llevó una vida vacía y sin rumbo. Comenzó a salir con más frecuencia, y siempre regresaba deprimido. Mi alma se iba debilitando cada vez más, incapaz de soportar la luz del sol, así que no sabía qué hacía Rodrigo cuando salía. Hasta que una noche, Rodrigo salió, y lo seguí. Llegamos a un cementerio. En una lápida con mi foto, vi las palabras escritas en ella: Esposa de Miguel Cortés, tumba de Isabel Bravo. Fue entonces cuando me di cuenta de que, en efecto, Rodrigo había estado buscando mi tumba, pero al ver aquella lápida, tanto él como yo quedamos sorprendidos. Rodrigo estaba furioso, y yo solo sentía un dolor amargo. Para ser sincera, Miguel y yo no teníamos nada, ambos sabíamos que lo nuestro nunca podría ser, así que aprisionamos aquel sentimiento en lo más profundo de nuestros corazones. ---- Fue la aparición de Rodrigo lo que me hizo olvidar mi primer amor. Me siento mal por Miguel, quien fue de las pocas personas que me dio su bondad sin esperar nada a cambio. Ese cementerio, sin embargo, me hizo sentir que, por fin, había un lugar al que yo pertenecíia. Pero Rodrigo no pensó lo mismo. Fue directo y empujó la lápida, comenzando a desenterrar mis cenizas. Mi corazón se llenó de desesperación, lo odiaba profundamente. En vida, pensé que Rodrigo podría darme un hogar, pero no lo hizo. Ahora, ni después de mi muerte me dejaba descansar en paz. Le di manotazos en la espalda con rabia, pero él no podía sentirlo, mi mano atravesaba su cuerpo. En vida, no pude decidir sobre mi muerte, y ahora, después de muerta, tampoco puedo hacer nada. -Rodrigo, jmaldito seas! No sé de dónde apareció Miguel, pero, de inmediato, le dio un pufietazo a Rodrigo en la cara. Teníalos ojos rojos, y parecía que Ilevaba días sin descansar. ---- -iSuéltame! ;Con qué derecho escribes que Isabel es tu esposa? jElla es mía, incluso muerta, ella sigue siendo mía! Rodrigo tenía sangre en la boca, pero su mirada era decidida. Miguel sonrió sarcásticamente. -iPues porque no te la mereces! Ver alos dos pelearse no tenía sentido para mí, así que me senté sobre la lápida caída y empecé a mover las piernas. En verdad, me gustaba esa lápida de mármol, el cementerio estaba bien ubicado, desde aquí podía ver el mar al frente. Al parecer Miguel era el único que conocía bien mis gustos. Después de un rato, ambos se agotaron y quedaron tirados en el suelo. El cielo estaba lleno de estrellas. Fue muy bonito. Miguel recogió una piedra del suelo y se la tiró a Rodrigo, respirando con dificultad. - iPor qué demonios tienes que estar aquí? iNo puedes dejar que Isa descanse en paz? jElla te odiaba más que a nada en el mundo! ;Cómo tienes los huevos ---- de aparecer aquíi? Rodrigo no se quedó atrás, también le tiró una piedra a Miguel, respondiendo con obstinación. -Yatelo dije, Isabel es mi esposa, incluso muerta, ella sigue siendo mía. No creas que no sé lo que sientes por ella. Miguel se rio amargamente. - iAcaso nosotros hicimos algo malo? No tenemos vínculo sanguíneo, no como tú y Estrella, que nunca han sido claros con sus sentimientos. Nosotros estamos limpios de pecado, no insultes la memoria de Isa. No sé por qué, pero, ahora, ya no me importaba lo que Rodrigo dijera sobre mí. Tal vez sea porque me he acostumbrado a sus palabras tan crueles, o tal vez es que ya no me importa lo que él piense. Rodrigo guardó silencio. Miró al cielo, y de repente, dos lágrimas cayeron de sus ojos. - iPor qué siempre hago estupideces? ;Por qué no pude morirme yo?