---- Capítulo 7 -éTe crees una reina solo porque estás embarazada? - la voz de Héctor era indiferente - . Dime, équé hombre exitoso se deja controlar por su esposa? Además, solo alguien fuerte puede Ilamarse la madre de mi hijo. Yo pensaba que Héctor trataría mejor a Valeria, pero resultó que ella iba por el mismo camino que yo. Parecía que todo lo que Héctor decía del amor verdadero era una mentira. Era experto en transformar a la "mujer de sus suefios" en una mujer destrozada. Me dije a mí misma: - En realidad, nunca cambió. Siempre ha sido el mismo, alguien que solo se preocupa por sí mismo. Si no hubiera sido porque abortar era un gran riesgo para mi salud, tal vez me hubiera hecho abortar. Paola miraba de reojo a la mesa de atrás, una y otra vez. Durante toda la cena, no dejó de comentar lo que pasaba, con una claridad que pocas personas tenían. Sus palabras parecían hablar directamente a mi corazón. Después de terminar la carne, llamamos al mesero para pedir la cuenta. Justo en ese momento, Héctor me ---- reconoció. Me miró detenidamente, notando que había recuperado la figura que tenía cuando nos conocimos y que mi rostro estaba rejuvenecido. Pude ver la sorpresa en sus ojos. Héctor estaba a punto de decir algo cuando Valeria se acercóaél. Con una actitud desafiante, entrelazó sus dedos conlos de Héctor y, mientras tocaba su vientre, dijo con una sonrisa falsa: -Estoy embarazada. É| me trata muy bien. Natalia, seguro te arrepientes, iverdad? Valeria buscaba desesperadamente una sefial de arrepentimiento en mi rostro, alguna expresión que pudiera darle consuelo. Pero no encontró nada. Paola chasqueó la lengua: - No me sorprende que seas una amante. Eres tan buena mintiéndote a ti misma que hasta lo crees. La sonrisa de Valeria se le borró de la cara. Yo no pude evitar reír y ser directa: ---- - Felicidades. De verdad, espero que no se separen nunca. Así no arruinarán la vida de nadie más. Dicho esto, tomé a Paola del brazo y salimos del restaurante. Héctor se veía destrozado. Parecía que esperaba que yo estuviera mal después de dejarlo. Pero, en cambio, era la mujer feliz de antes, y mi vida iba mejor que nunca. Apenas habíamos salido del restaurante cuando Héctor me alcanzó. Me agarró del brazo y, con un tono que intentaba sonar sincero, dijo: -Amor, extrafio a nuestro hijo. Los expertos dicen que es importante que los padres pasen tiempo con sus hijos enlos primeros afios. No seas cruel y le quites ese derecho. - Esta noche podemos verlo y pasar tiempo con él juntos? -agregó, con la voz Ilena de esperanza. Su mención del nifio fue la chispa que encendió mi ira. Solté su mano bruscamente y, sin pensarlo dos veces, le di una cachetada que le dejó una marca roja. -iHéctor! Si tuvieras un poco de decencia, nunca ---- mencionarías a mi hijo frente a mí. Lo miré directamente a los ojos y levanté la voz: -Dime, iademás de ser su padre biológico, alguna vez le cambiaste un pafial? /Alguna vez le diste el biberón? jNo tienes derecho a hablar de é1! Alrededor, la gente comenzó a acercarse, curiosa por lo que estaba sucediendo. Héctor, incómodo, bajó la cabeza. Valeria, con su barriga de embaraza, corrió hacia nosotros y gritó, con los ojos 1Ilenos de lágrimas: - IiSi quieres tanto a su hijo, entonces dime qué significa mi bebé para ti, Héctor! Héctor, molesto, la apartó con brusquedad y me miró. - Amor, podemos encontrar un lugar tranquilo para hablar. - No hay nada que hablar -respondí con crueldad-. Mafiana hablamos en el tribunal. Me giré y continué: -Escucha bien, Héctor: es mi hijo, no el tuyo. Después del divorcio, cambiaré su apellido al mio. Encontraré un verdadero padre para é|, alguien que lo ame y lo cuide como merece. Tú no serás parte de su ---- vida nunca más. Subí al automóvil con Paola, Héctor y Valeria quedaron atrás. Por el retrovisor, vi cómo Valeria, intentaba torpemente entrar al auto de Héctor mientras él tropezaba intentando abrir la puerta y encender el auto. Se veía patético. Al día siguiente, el juício fue tal como esperaba. La primera audiencia no concluyó con el divorcio. Tendríamos que esperar tres meses más para la segunda. Al salir del juzgado, Héctor se acercó nuevamente. Se mostró muy arrepentido y me suplicó: - HNatalia, no quiero divorciarme. Lo he pensado mejor. Puedo dejar a Valeria. Ya no habrá distancias ni excusas. Esta vez, serás la única mujer en mi vida. Lo miré fijamente y, con una sonrisa burlona, respondí: - éY qué harás con el hijo de Valeria?
