Capítulo 50: ???? ???? ???? ???? ???? “No has dicho nada desde que nos fuimos de Ámsterdam”. Ella le sonrió. Su cabello se movía con la brisa que entraba por la ventanilla. “Pensaba que a los hombres les gustaba el silencio”. “A lo mejor me estoy haciendo más intuitivo con la edad” Asió con fuerza el volante. “O a lo mejor es que has sacado esas habilidades de tu otro trabajo” Parecía que quería hacer una broma, pero no le había salido muy bien. “Trabajar para la Interpol no es tan intrigante como suena”. “¿Puedes decirme algo de los casos?” Malcolm sopesó sus palabras. Quería decirle algo que la tranquilizara un poco para que pudieran seguir adelante. “Piensa en toda la corrupción que hay en la industria del entretenimiento”. “¿Dr%gas?” “Ya tengo una buena historia para eso” Le dijo en un tono críptico, pensando en sus problemas con la ley cuando era adolescente. “¿Tu vida social es una tapadera?” Preguntó ella. “No era eso lo que quería decir” Le agarró la mano. “No he sido un santo desde que me fui de casa, pero nunca he tomado dr%gas. Nunca lo haría, sobre todo después de todo lo que mi padre le hizo pasar a mi madre”. “¿Tu padre tomaba dr%gas?” “Era adicto a las metanfetaminas. Era el típico músico drogadicto que está en una banda que no va a ningún sitio. Destrozó todo aquello que había construido con mi madre con tanto esfuerzo. Hubiera vendido su alma, o a su familia, por conseguir su próxima dosis”. “Tu madre habrá pasado muchas cosas” Celia le agarró la mano con fuerza. “Siento haberte puesto en una situación en la que te viste obligado a hacerle daño”. Dijo ella. “Deja de culparte por todo lo que pasó. Yo me responsabilizo de mis acciones” Malcolm la besó en los nudillos. “Haces que parezca que no tuve nada que ver con ello. Yo te quería. Hubiera hecho cualquier cosa por tenerte en mi vida”. “No cualquier cosa…” Dijo ella suavemente, volviéndose hacia la ventanilla como si las cabañas y las ovejas fueran mucho más interesantes. “Oye…” Malcolm le tiró de la mano y la obligó a voltearse hacia él. “¿Qué quieres decir?” Olvídalo. ¿Cuánto falta para llegar a tu casa?” Malcolm quería insistir en el tema, pero entonces se dio cuenta de que no paraba de morderse la uña del pulgar furiosamente. No estaba tan tranquila como aparentaba. “Falta poco. La puerta está más allá de esos árboles” Subió la colina y al otro lado apareció la casa que había sido su segundo hogar los dos años anteriores. Celia suspiró. “¿Has alquilado un castillo?” Malcolm se rio. “No es un castillo. En realidad es una casa señorial”. Era muy grande, de ladrillo, y había sido restaurada, pero tenía cuatro siglos. Quería un sitio para escapar de la vorágine de Los Ángeles, y ese pequeño pueblo le había atraído desde el principio. “No es alquilada. Es mía”. Durante diez años su madre había seguido a su padre mientras tocaba en bares y garitos de mala muerte, llevándole con ella cuando no era más que un niño. Al día siguiente de llegar a Azalea, se había encontrado una nota en la almohada. Al parecer, cargar con una mujer y un niño estaba acabando con la banda.
