---- Capítulo7 Eliana Después de que Carlos me sacó de la casa de Érico, no miré hacia atrás. Subí a un avión que me Ilevaria lejos, muy lejos de todo. Mis viejos amigos de la facultad de medicina ahora trabajaban en Médicos Sin Fronteras en Afulimania, viviendo el sueõo que compartimos alguna vez, entre clases interminables y madrugadas a punta de café y apuntes. Pronto, yo sería uno de ellos. Ese siempre habia sido mi sueão: ayudar, sanar y marcar la diferencia en la vida de quienes más lo necesitaban. Cuando el avión aterrizó y mis pies pisaron el asfalto ardiente, las lágrimas brotaron antes de que pudiera contenerlas. Habia pasado tanto tiempo. Demasiado diría yo. Con solo una mirada a mis amigos, recordé quién solía ser. Antes de la cárcel, del matrimonio y antes de Érico. Santiago Chamorro, uno de los médicos veteranos, se me acercó con una sonrisa amable. -Eliana -dijo en voz baja-. ;Te sientes mejor? En el avión tuviste fiebre; parecía que te estabas enfermando. -Mucho mejor -le susurré, mostrándole una sonrisa. Poco a poco, los demás se me acercaron, dándome la bienvenida con una calidez y un afecto que me partía en el alma... pero de la mejor manera. Sentí una fuerte punzada de vergilenza mientras me abrazaban y ---- sonreían como si no me hubiera ido sin decir una palabra. Como si no hubiera tirado todo por la borda por un hombre que jamás me mereció. Yo solía ser la estudiante prometedora, la que los profesores felicitaban, la que tenía asegurado el mejor programa del hospital. Tenía un futuro prometedor. Pero lo dejé todo. 2 Por qué? Por amor. Y cuando todo se vino abajo, fueron precisamente las personas que abandoné quienes me recibieron con los brazos abiertos. Sin juzgarme. Sin ningún tipo de condiciones. Solo con mucho amor. Sobre todo, Santiago. Aún recordaba la expresión de su rostro cuando le dije que renunciaba a todo para convertirme en ama de casa -Ya decidiste unirte a nosotros? -preguntó Santiago con dulzura -. Sabes... si cambiaste de opinión y quieres volver, la puerta sigue abierta. Negué, sonriendo, a pesar del nudo que sentía en el pecho. -No hace falta. Ya lo decidí. Este lugar... Aquí es donde pertenezco. Sabes que siempre sofié con ser médica de campo. Después de decirlo, una tristeza repentina me envolvió. -No me voy a ir otra vez, te lo prometo -susurré, con la voz temblorosa e inquietante-. Esta vez no. Estoy aquí para quedarme. Quiero salvar vidas de ahora en adelante. Santiago me extendió un pafiuelo y con delicadeza secó las lágrimas de mi mejilla. -Deja de Ilorar -dijo, sonriendo-. Vas a hacer que los demás ---- también se pongan a llorar. Alguien del grupo se echó a reir. -Claro, Eliana. Santiago ya Iloró cuando supo que ibas a regresar. No lo hagas llorar otra vez. Parpadeé, sorprendida, mirándolo fijamente. 'Santiago Iloró pensé. Sus mejillas se tiferon de rojo al instante mientras apretaba los labios, luego declaró: -Te quiero, Eliana. Siempre te he querido. Pero te respeto. No voy a insistir. Solo... quiero que sepas que estoy aqui. Para lo que necesites. Siempre. Dudó por unos minutos y agregó en voz baja: -EI hombre que vino contigo... dijo que te hicieron un análisis de sangre. Salió positivo. Estabas embarazada. Pero... parece que lo perdiste. Tal vez por el estrés. Quizás por el agotamiento. Tenemos que hacer más estudios para estar seguros. Me quedé inmóvil. ;Yo... embarazada? ;Y... ya no? Mi mano se deslizó directo hacia mi vientre. Después de que me dispararon, los médicos me dijeron que jamás podria imaginar concebir. Que mi cuerpo ya no estaba hecho para la maternidad. Pero, de alguna manera -asombrosa- lo habia logrado. Y luego, así como Ilegó, se fue... en silencio. Tal vez fue el universo dándome una esperanza. Un recordatorio. Un bello regalo, pero cruel. ---- O tal vez fue un acto de piedad. Porque el matrimonio falso entre Érico y yo... no era lugar para un hijo. Lloré desconsolada por el bebé que pudo haber sido, pero también encontré paz. Esa pequeõa alma nacería de nuevo, en otra vida. Una vida mejor. Llena de amor y luz. Viajé con el equipo durante meses, luego afios, cruzando ciudades, pueblos y fronteras, entregando cada aliento al trabajo que alguna vez abandoné. Sané. Y me reconstruí por completo. Los niõos me regalaban flores con algunas sonrisas tímidas. Las madres agradecidas me ofrecian cestas tejidas a mano, comida hecha con mucho cariõo, incluso su único par de zapatos decentes, Todo porque salvé a alguien que amaban. Y, por primera vez, viví al máximo. No como un fantasma. Ni como la sombra de la mujer que solía ser. Me sentia viva. Por fin.. estaba completamente viva. nm Habían pasado más de tres aíios y el mundo siguió girando. Lo entregué todo a quienes más lo necesitaban, y, a cambio, recibí ---- algo que nunca esperé: mi razón de ser. Entonces, una tarde cualquiera, después de una rutinaria cirugía de rodilla, salí de la tienda... Yallíestaba él. Al principio, no lo reconocií. Estaba demacrado, sin afeitar, con los ojos hundidos y desorbitados, como si no hubiera dormido en semanas. Su ropa estaba arrugada, su cuerpo más delgado, consumido. Un hombre que, claramente, habia olvidado cómo vivir. -iEliana? -Su voz se quebró enseguida-. zEn serio eres tú? z Tú... no moriste? Era Érico.