---- Capítulo 3 La ropa cayó y su cuerpo voluptuoso y pálido estalló a lavista. La imagen lo encendió y él se abalanzó sobre ella. Con una mano recorrió sus curvas, mientras besaba su clavícula. Las caricias, primero suaves, pronto se volvieron urgentes. Bruce, con su mano libre, exploró a Moye, mientras ella arqueaba el cuerpo, rodeando su cintura con sus largas piernas y frotándose contra él. - PbDios... eres tan grande.. Aunque había presenciado escenas así, el dolor volvió con fuerza; el lazo me transmitía oleadas insoportables. Mordí mi labio, resistiendo la tormenta, sin permitirme cerrar los ojos. Si me negaba a mirar, me dejaba sin comida y agua durante varios días. Cuando los besos ya no bastaron, él la alzó, la colocó sentada sobre una mesa y se apoyó contra su ---- intimidad. - Más fuerte... mi poderoso Alfa... Ella se aferró a sus hombros, y él apretó su trasero y la subió y bajó con brío. Sin pensarlo, saqué un condón que siempre Ilevaba conmigo y se lo ofrecí. Al verlo, él rugió, furioso: -iQuítalo de mi vista! jNo lo necesito! La mano me tembló y el condón cayó al suelo. En todos esos afios solo habíamos tenido aquella noche drogados; desde entonces, tocarme le producía repulsión. Lo siguiente fue un embate violento: al dejarla caer, se impulsó hacia arriba y rompió la última barrera que lo detenía. En cuanto entró, ella echó la cabeza hacia atrás y soltó un chillido agudo, aunque suave. -íéTe gusta? -murmuró él, acelerando cada vez más. ---- - S-sí... me encanta... Quiero darte un hijo. Sonrojada, le rodeó la cintura; sus pechos se aplastaban contra su torso y rebotaban al compás del vaivén. - -Perfecto. En este mundo solo tú mereces llevar mi descendencia - proclamó con altivez, lanzándome una mirada de desprecio - . Hay gente que, aunque se acueste desnuda delante de mí, me da asco. Sus palabras rezumaban burla y crueldad. Solté una risa desolada y me llevé la mano al pecho, respirando a bocanadas. Dolía... dolia demasiado. Ese dolor tan conocido me aterraba. Con cada embestida que le daba a ella, mi sufrimiento aumentaba, como si una cuchilla me desollara centímetro a centímetro y arrancara mis huesos. Al final no lo soporté más: caí al suelo, hecha un ovillo, temblando sin control. Bruce no se detuvo, y el dolor me engulló. Aprovechaba el lazo empático para torturarme. ---- Siempre terminaba desmayada; y esa vez no fue distinto. Cuando desperté ya era de noche. Revisé el teléfono y vi un mensaje del hospital: «Ven cuanto antes. Tu padre cayó a un socavón en la mina de plata; está en cirugía de urgencia.» El corazón se me aceleró; corrí a la puerta... pero estaba cerrada. Siempre que Bruce se enfurecía, me encerraba y me prohibía salir. -iBruce, abre la puerta! jTengo que salir! -grité, golpeando la madera. - Qué pasa ahora? - preguntó, con voz lenta y molesta, mientras se acercaba. - Mi papá cayó a un pozo de la mina de plata. jSe está muriendo! -Tle explicó. Pero él ni pestafieó. -iTelo ruego, déjame verlo! -dije, al instante, humillándome-. jEstá al borde de la muerte!