---- Capítulo 14 Debido al enorme escándalo generado por el juício de Carlos, la Manada Arroyo Piedra se convirtió en una manada pequefia e irrelevante en los márgenes. El Alfa Marco y Esperanza fallecieron poco tiempo después. Pero la Manada Luna Plateada, gracias a su destacado papel en detener la rebelión y la increíble fuerza del Alfa Luciano, indiscutiblemente se convirtió en la manada más poderosa del norte. Mi vida con Luciano, después de toda esa turbulencia, volvió a ser pacífica y los aíios volaron. Felipe se convirtió en el joven alfa más respetado de la Manada Luna Plateada. Su fuerza, sabiduría y habilidades de liderazgo pronto comenzaron a superar las de su padre adoptivo, Luciano. Encontró a su compaííera en la joven Luna de la poderosa Manada Zorro de Fuego del sur. Luciano y yo también tuvimos más cachorros propios, vivaces y adorables. Hasta que un día, un visitante inesperado apareció en las fronteras de la Manada Luna Plateada. Era un lobo anciano, con su pelaje completamente blanco, delgado y marchito, casi irreconocible. Dijo que venía de muy lejos en el sur, enviado por un viejo lobo exiliado a la "Tierra Olvidada", solo para entregar su última posesión. Era una tosca pieza de piedra con forma de colmillo de lobo, tallada rudimentariamente en una roca negra ordinaria. En uno de los lados más planos de la piedra, habia una línea de palabras casi ilegibles torpemente grabadas. ---- El lobo anciano que lo envió habia estado repitiendo un nombre antes de morir: Elena Tomé la piedra tosca y cuando mis dedos la tocaron, casi pude sentir la desesperación de la "Tierra Olvidada". Cuidadosamente, traté de descifrar la escritura. Cada palabra parecia haber requerido toda su fuerza para tallarla: "Elena, si hay una próxima vida... no quiero... perder mi luz de luna otra vez." Al final de las palabras había una marca seca de color marrón rojizo oscuro, no pude distinguir si era sangre o lágrimas. Sin embargo, no sentí que nada se agitara en mi corazón, por lo que arrojé suavemente la piedra tosca a las aguas torrenciales de las Cascadas Sombra Lunar detrás de mí, que desapareciera con la corriente, sin dejar rastro. Luciano me rodeó suavemente con sus brazos desde atrás. Su presencia, como el sol más cálido, me envolvió, ahuyentando cualquier frío persistente del pasado. -Todo ha terminado, mi luz de luna. Sonreí y asentí, acurrucándome cerca en su abrazo, Síi, todo habia terminado. El sol arriba seguía siendo tan cálido. A lo lejos, Felipe jugaba con su compaíiera y nuestros nifos, vívaces y adorables, corrían libremente en la amplia pradera bafada por el sol El camino por delante seguía siendo largo, muy largo. Pero mi famiília y yo lo recorreríamos felices y con paso firme. Hasta el fin de los tiempos.
