---- Capítulo 14 Cuando me di cuenta de esto, comprendí al fin. La que realmente odiaba no era a Catalina, ni a su madre, sino a mi padre, que habia cambiado. Pero bajo la presión constante, nunca me atreví a decir que todo era culpa de ese padre voluble. Queria redimirme. Sin embargo, al ver esos ojos tristes y vacíos, no sabía qué decir. Comencé a estudiar con ahínco la gestión del negocio familiar, deseando tomar el control del grupo de mi padre. Pero él decía que primero debía casarme para heredar el negocio. Afortunadamente, encontré a la persona adecuada: una joven adinerada que ya tenía a alguien que le gustaba y queria un matrimonio de conveniencia para hacer frente a la presión familiar. Sin embargo, en mi boda, no vi a Catalina. Irene me dijo que había muerto, y solo sentí que era absurdo. ; Cómo podría Catalina estar muerta? Pasó un mes, dos meses... medio afio. El hijo de Irene ya había nacido, y Catalina aún no regresaba. Me sentía cada vez más inquieto y quería saber de Catalina. Pero mi padre me dijo que la madre de Catalina nunca había sido una amante. Esa noticia convirtió todos mis aíios de lucha y odio en una gran broma. Catalina nunca habia estado equivocada. El culpable era yo, el despreciable. Toqué la lápida de Catalina, arrepintiêéndome de la culpa que habia cargado durante aõos. Entre lágrimas, pareció que veía a Catalina en el cielo. Grité su nombre con todas mis fuerzas, pero ella nunca se volvió. AI final, Catalina desapareció por completo. No sabía si esto era real o una fantasía enfermiza. ---- Pasé seis afios organizando todo en Grupo Vargas, ayudando a Irene a ocultar a la madre de Catalina que ella había fallecido. Para expiar mis pecados, utilicé la mayor parte del capital del grupo para crear una fundación contra la violencia doméstica. Con ese dinero, ayudé a mujeres que, como mi madrastra, habían vivido un infierno en sus matrimonios. Esto era algo que Catalina me había mencionado antes. Luego, con esa foto manchada de sangre, comencé a viajar por el mundo. Mi última parada fue Islandia. Allí, Catalina y yo habíamos prometido que algún día veríamos las auroras boreales. Las luces danzantes en el cielo parecían desplegar un lienzo deslumbrante ante mis ojos. Después de disfrutar de la última belleza de mi vida, coloqué la foto en mi pecho, entrelacé mis manos y me sumergí en el lago. El agua helada entró por mi nariz y mis oídos, y el frio me invadió de inmediato. Mi conciencia comenzó a desvanecerse, y los gritos de la gente parecían alejarse de mí. A través de las oscuras aguas del lago, parecía que habia cruzado el tiempo y el espacio, llegando a un lugar completamente diferente al mundo real. Después de tres mil quinientos cuarenta y cinco días, finalmente la vi de nuevo. Miré a Catalina, que en ese momento estaba con una nifia, y la Ilamé suavemente. -Catalina, he venido a buscarte. Pero ella, como si no me hubiera escuchado, tomó de la mano a la nifia y se preparó para irse. Instintivamente quise correr tras ella, pero una delgada membrana dorada bloqueó mi camino. En ella estaba escrito: [Los que no tienen apego, nunca se volverán a encontrar.] ---- Miré la sonrisa radiante de Catalina y, al sonreír, comencé a Ilorar. Catalina y yo, al final, estábamos destinados a no estar juntos. *
