Capítulo 27: Esa sonrisa, brillante y aparentemente inocente, punzó los ojos de Sadie como un fragmento de cristal. Pensando que Sadie no sabía quién era Kyla, Tina intervino para ayudarla, con voz baja y teñida de intriga: «Sadie, esa es la supuesta novia del director general, Kyla Wade». «Parecen muy unidos», respondió Sadie con voz apagada. «He oído que Kyla sufrió un infarto anoche. El director general estaba tan preocupado que la llevó al hospital y se quedó a su lado toda la noche. No ha vuelto hasta esta mañana», susurró Tina, cautelosa por si alguien pudiera escucharles. Una punzada de celos atravesó el corazón de Sadie, extendiéndose como un dolor entumecedor. Así que sus recuerdos no habían sido más que una fantasía. Con devoción inquebrantable, Noah se quedó con Kyla en el hospital, haciéndole compañía durante toda la noche. ¿Cómo había podido encontrar tiempo para ir a verla a casa? A pesar de la confusión que se arremolinaba en su interior, Sadie mantuvo la compostura. Lo único que quería era marcharse de allí. Sin embargo, inesperadamente, Kyla apareció a su lado. Con una sonrisa falsa en el rostro, saludó a Sadie. —Buenos días, Sadie. Lo siento, pero Noah estaba muy preocupado por mí y se pasó toda la noche a mi lado en el hospital. Ahora ha ido a buscarme un vaso de agua. Es raro encontrar a alguien tan atento. Sadie respondió con una sonrisa fría, en un susurro solo para los oídos de Kyla, cargado de desprecio. —Dime, Kyla, si todo el mundo supiera que tú eres la rompehogares de mi matrimonio con Noah, ¿seguirías desfilando como la señora Wall en el futuro? La familia Wall valoraba su reputación por encima de todo. Ante la insinuación de Sadie, Kyla palideció hasta quedar fantasmal. Sadie, esa zorra miserable, ¡se atrevía a amenazarla! Furiosa, Kyla observó cómo Sadie se daba la vuelta bruscamente y se alejaba sin mirar atrás. Noah, que regresaba con un vaso de agua, levantó la vista justo a tiempo para ver la silueta de Sadie alejándose. Una ola de inquietud inexplicable lo invadió, dejándolo inquieto y preocupado. Como arena que se desliza entre los dedos, Noah sintió que algo esencial se alejaba de él. Sin dudarlo, enterró ese sentimiento inquietante en lo más profundo de su ser. Con una mirada indiferente hacia Kyla, dijo en un tono plano e inflexible: «Está bien, me voy a la oficina». Kyla asintió con la cabeza, obediente, con expresión dócil. Sin embargo, mientras observaba la imponente silueta de Noah alejarse por el pasillo, sus labios se torcieron en una sonrisa de satisfacción y victoria. En sus ojos estaba claro: todavía tenía un firme control sobre él. Con solo un toque de astucia, lo había atrapado una vez más. Pero bajo ese triunfo, germinaba una amarga semilla de resentimiento hacia Sadie, la esposa legal de Noah. Los pensamientos de Kyla se oscurecieron. Si Sadie no se hubiera marchado al extranjero, ella no habría tenido la oportunidad de colarse en la vida de Noah. Ahora era el momento perfecto: Kyla estaba decidida a asegurarse de que Sadie acabara divorciada y abandonada. Con un plan gestándose en lo más profundo de su retorcido corazón, Kyla entró en la oficina de la secretaría con paso firme y autoritario. Sus ojos brillaban con deleite manipulador mientras se dirigía a los presentes, con voz condescendiente. —Esta noche hay una cena importante y necesito que dos de ustedes me acompañen. ¿Quiénes vienen conmigo? —Escudriñó todos los rostros con una sonrisa depredadora.