Capítulo 40: Sin embargo, fue Kyla quien entró con aire despreocupado, su presencia marcada por una ola de su potente perfume. Cuando la fragancia lo envolvió, la expresión de Noah cambió sutilmente; frunció ligeramente el ceño, delatando un destello de irritación. Siempre había tenido aversión a los perfumes fuertes, que consideraba algo pretenciosos. —¿Qué te trae por aquí? —preguntó Noah con voz fría, ocultando su creciente molestia. A pesar de su actitud distante, sus pensamientos se desviaron inadvertidamente hacia Sadie: el aroma sencillo y refrescante de su gel de ducha permanecía en su mente, en marcado contraste con el perfume que ahora inundaba su oficina. Kyla, sintiendo la tensión, se apartó un mechón de pelo detrás de la oreja y le dedicó una sonrisa suave y tranquilizadora. —Noah, Samuel me ha dicho que no te encontrabas bien y no he podido evitar preocuparme —dijo con voz llena de inquietud—. ¿Sigue siendo por lo de Sadie y la bebida? Metí la pata. No pensaba con claridad. Lo siento mucho. Sus palabras eran suaves, su actitud empática, pero en su interior albergaba un atisbo de resentimiento hacia Sadie. Al fin y al cabo, era Sadie quien, sin querer, había ensombrecido su relación con Noah. Al oír sus palabras, Noah frunció aún más el ceño. —No te preocupes por eso. Nadie es perfecto, todos cometemos errores de vez en cuando —dijo Noah con voz firme, sin dejar traslucir emoción alguna. La sonrisa de Kyla se desvaneció y se le encogió el corazón al darse cuenta de que él no había negado su suposición sobre el motivo de su enfado. Una sensación de alarma resonó en su mente: el afecto de Noah por Sadie era evidentemente más profundo de lo que ella había imaginado. ¡No, no podía quedarse de brazos cruzados y ver cómo Sadie se quedaba con todo lo que era suyo! Ocultando su confusión, Kyla adoptó una actitud más compasiva. —Aun así, debería demostrarle a Sadie mi sinceridad con acciones. Como Sadie no se ha encontrado bien últimamente, quizá sea mejor que se tome unos días para recuperarse, ¿no crees? Noah se detuvo, considerando su sugerencia con el ceño fruncido, antes de asentir con la cabeza. —De acuerdo, seguiremos tu consejo. En la bulliciosa oficina de secretaría, Sadie estaba inmersa en sus tareas, organizando pilas de documentos con diligente concentración. Era su día de trabajo y era responsable de recopilar todos los documentos de la oficina y entregárselos a Noah. Contemplando las recientes tensiones con Noah, Sadie sintió una punzada de inquietud. Después de pensarlo mucho, se acercó a Samuel con aire vacilante, en voz baja y respetuosa. —Samuel, ¿podrías ayudarme a llevar estos documentos a la oficina del director general? Es que… Samuel la interrumpió con expresión incómod La expresión de Sadie se congeló, su decepción era palpable. Luchando por encontrar las palabras adecuadas, se quedó allí, momentáneamente perdida. A pesar de la confusión que se arremolinaba en su interior, reconoció la importancia de la profesionalidad. Con un suspiro de resignación, respiró hondo, reunió su determinación y se dirigió hacia la oficina del director general. Justo cuando su mano estaba a punto de llamar, la puerta se abrió con un suave «clic». La inmediata ráfaga de perfume envolvió a Sadie, haciendo que levantara la mirada bruscamente. Allí, enmarcada en la puerta, estaba Kyla, con sus rasgos realzados por un maquillaje impecable. Vestida con un traje de Chanel de corte impecable, Kyla irradiaba un aura de sofisticación. Sin embargo, su expresión de satisfacción era particularmente llamativa. La mano de Sadie quedó suspendida en el aire y se le fue todo el color de la cara. Kyla, ajena a la reacción de Sadie o decidiendo ignorarla, se dirigió con paso seguro al centro de la oficina. Con un rápido aplauso que acalló los murmullos, esbozó una sonrisa ensayada y anunció: —Atención, por favor. La oficina se sumió en un curioso silencio y todas las miradas se dirigieron hacia Kyla. «Esta es la situación», comenzó Kyla, con una sonrisa inquebrantable y una voz suave y tranquilizadora. «Me doy cuenta ahora de que mis decisiones de ayer pueden haber ofendido involuntariamente tanto a Sadie como a Mack. Para expresar mi sincero arrepentimiento, he pedido batidos para todos. Espero que esto pueda suavizar cualquier resentimiento». Sus palabras fueron recibidas con una oleada de vítores, y la oficina se llenó de murmullos de agradecimiento por el gesto tan considerado de Kyla.
