Capítulo 49: —¡Sadie! —La autoridad en la voz de Noah resonó en el aire tenso. Sadie se detuvo en seco, inhaló profundamente para calmar sus nervios y se dio la vuelta. Sus labios, de un llamativo tono rojo, se separaron ligeramente. Con una voz que denotaba una firme determinación, pero que temblaba sutilmente, preguntó: —Señor Wall, ¿necesita algo más? Kyla miró con recelo a Noah, tratando de adivinar sus pensamientos. Su rabia era palpable y se propagaba en ondas que llenaban la habitación. Supuso que había sido provocada por el atrevido comportamiento de Sadie. —Sadie, todas las organizaciones se rigen por sus propias normas. Confío en que en el futuro se abstendrá de incumplir las directrices de nuestra empresa —dijo Kyla, con voz suave pero imbuida de una firmeza autoritaria. Parecía que ya se consideraba la esposa del director general—. Como consecuencia de sus actos, se le retendrá la bonificación por este proyecto. La respuesta de Sadie fue rápida y feroz. Levantó la cabeza bruscamente y clavó en Kyla una mirada fría y desafiante. Sus delicados rasgos se contrajeron con furia y apretó los dientes. —¿Qué derecho tienes para tomar esta decisión? —exigió con dureza. Ignorando la tensión, Kyla se apoyó sutilmente en Noah, fingiendo vulnerabilidad. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras lo miraba suplicante. —Noah, ¿he hecho algo mal? Imagina el caos que se formaría si todos en Wall Group se comportaran como ella. La respuesta de Noah fue un bufido desdeñoso, con un claro tono de impaciencia en la voz. —Tengo que dar la razón a Kyla. Sadie, la has fastidiado. Sadie apretó los dedos alrededor del bolso, sin darse cuenta de que sus uñas se clavaban en la palma de la mano debido a su creciente agitación. Había puesto todo su corazón en este proyecto, con el objetivo de impresionar a Roy y cambiar el rumbo a su favor. Sin embargo, allí estaba, a punto de perderlo todo por culpa de los comentarios de Kyla. —Noah, parece que Sadie se opone a este castigo —murmuró Kyla, con voz llena de arrepentimiento, aunque sus ojos decían lo contrario—. Sin embargo, sin él, corremos el riesgo de sentar un precedente que podría llevar a otros a ignorar nuestras políticas. Wall —interrumpió Sadie, perdiendo toda su compostura al mirar directamente a Noah. Sus rasgos se endurecieron con determinación y cada palabra estaba teñida de una ferocidad silenciosa—. Si me niegan la bonificación por este proyecto, considere retirada la propuesta para el Sr. Domínguez. Si él insiste en obtener más detalles, no espere que le respalde. En ese momento, Sadie se dio cuenta de que prefería afrontar las repercusiones antes que ver a Noah cosechar los beneficios de su diligencia. ¿Por qué tenía que ser ella la que soportara tal injusticia? Lo único que deseaba era una modesta bonificación para aliviar su vida y la de su hijo tras el divorcio. ¿Por qué demonios Noah no podía dejarle tener esto? Con el corazón encogido y sin ganas de quedarse, Sadie se dio la vuelta y se marchó, cada paso resonando con su profunda decepción. Los tacones de Sadie resonaban con fuerza contra el suelo, cada paso como una burla a su confianza mal depositada. Kyla observó cómo Sadie se alejaba, con una sonrisa de satisfacción en los labios. Sus ojos y cejas brillaban con un triunfo incontenible, como si estuviera saboreando una pequeña pero dulce victoria. —Noah, ¿cómo ha podido decir eso Sadie? —preguntó, con un tono de resentimiento y acusación—. Trabaja para Wall Group, así que, naturalmente, su propuesta de proyecto pertenece a la empresa. Noah siguió con la mirada a Sadie mientras se alejaba, con expresión impenetrable. Apartó suavemente la mano de Kyla, conteniendo su conflicto interior, y dijo en voz baja: «Kyla, vete a casa». La sonrisa de Kyla se desvaneció y sus cejas perfectamente depiladas se fruncieron con frustración. No estaba preparada para marcharse, no así. Le había costado mucho convencer a Noah de que pasara tiempo con ella, y Sadie lo había arruinado todo. Reprimiendo su irritación, Kyla se inclinó hacia él y le rodeó el brazo con fingida ternura. —Noah, déjame quedarme contigo. Nos ha costado tanto volver a estar juntos… —Su voz era dulce, pero con un tono de reproche, como si culpara a Noah por los escasos momentos que habían pasado juntos.