---- Capítulo 03 «iRin, rin, rin, rin...» -Aló? -respondí a tientas, con los ojos pegados por el sueão y la cabeza como si me hubiera pasado un camión por encima. -iRenata Morales! ; Qué demonios estás haciendo? Era Valeria Campos, mi mejor amiga. -iHe volado siete horas solo para ser tu dama de honor! yY ni siquiera pude entrar al hotel! ;Y encima me entero de que la novia es... Jimena Torres! z jQuién carajos es esa!? ;Ustedes dos me están tomando el pelo? De pronto se me borró el sueõo de un golpe. -éQué? g Quién se casa? -eCómo que quién? -preguntó Valeria, quien parecía más confundida que yo-. jHoy no era tu boda con Santiago? Un escalofrio me recorrió la espalda. -;Santiago? Yo no tengo idea de quién estás hablando... tú sabes perfectamente que yo siempre he estado soltera. -icEstás loca o qué?! iLlevan cinco afios juntos! iLas fotos de la boda están colgadas en la sala de tu casa! Me levanté de un salto y miré a mi alrededor. No había nada. Ningún rastro de un hombre. El departamento estaba impecable. Neutral. Frío. -Valeria.. lo único que hay en mi pared es un retrato artístico mio. Y mi cama es indivídual. ; Tú crees que cabe un hombre aqui? ---- -iNo puede ser! -replicó ella-. Quédate ahí. Voy para allá ya mismo. Colgó sin dejarme responder. Apenas entró al departamento, empezó a gritarme como una loca: -iEstás bromeando!? zjEstás fingiendo amnesia o qué!? Pero cuando miró bien la decoración del lugar, se quedó sin palabras, mientras repetía, una y otra vez: -No puede ser. No puede ser... Luego de un momento, me miró y exclamó: -iTe voy a demostrar que no estás loca! Buscó en su celular unas fotos que habia subido a su Facebook el día que nos acompaíió a la sesión de fotos de la boda. Yahíestaban. Yo, vestida de blanco, sonriendo con una felicidad que dolía. Y a mi lado... un hombre de traje negro, delgado, con gafas de marco dorado y rostro sereno. Un hombre que no reconocia. Me quedé paralizada. No lo conocia. No sentía nada por él. Y, sin embargo... las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas sin permiso. Me limpié la cara con la manga y, de pronto, una idea absurda cruzó mi mente. ---- -iValeria! ;Y si tengo una hermana gemela perdida desde pequeíias? ;Y si la boda era de ella? Valeria me miró con cara de «no te creo nada». -éQué? ;Pelearon y estás inventando esto? -iTe juro que no lo conozco! jNo estoy mintiendo! -dije, casi suplicando. Valeria se quedó en silencio, escaneándome como si fuera un extrafio. -No te diste un golpe en la cabeza o algo así? -murmuró con el ceão fruncido. AAgarró mi celular y empezó a buscar el número de Santiago. Pero no había ningún «Santiago Herrera» en mis contactos. Ni mensajes. Ni fotos. Resopló con fastidio y marcó desde el suyo. Al tercer timbrazo, una voz cálida y baja contestó: -iHola? -iSantiago! ; Qué está pasando? jRenata dice que no te conoce! jéY encima estás casándote con otra mujer?! Hubo dos segundos de silencio mortal. Y luego, la voz del otro lado dijo, con torpeza: -Perdón... 4quién habla? -iSantiago, no te hagas el tonto! ; Tan buen actor eres que ni reconoces mi voz? -Número equivocado... ---- Pero, antes de que Valeria pudiera decir algo más, otra voz, femenina y débil, apareció en el fondo: -Quién es, Santiago...? -preguntó, antes de sufrir un ataque de tos que me erizó la piel Santiago se apresuró a contestar: -Nadie... solo una Ilamada equivocada. Dicho esto, colgó. El pitido del teléfono fue como una bofetada. Valeria se quedó mirando la pantalla, furiosa. -Esto no tiene ningún maldito sentido. -Se levantó como una tromba-. iTú quédate aqui! Voy a averiguar qué está pasando. Tras decir esto, salió disparada, mientras yo me quedaba inmóvil, en silencio. No sé por qué... pero no sentía ni curiosidad. AA mí, los desconocidos nunca me importaron en lo más mínimo.
