---- Capítulo 8 Me pasé dos horas esperando a Mariano en el ayuntamiento cuando recibí una llamada de mi madre: -PValeria, équé pasó con Mariano? jToda su familia se instaló en nuestra casa! Mi cabeza dio vueltas - su descaro no tenía límites. Después de calmar a mis padres, manejé directo a casa. Al abrir la puerta, encontré a mis suegros cómodamente sentados comiendo fruta mientras mis padres, furiosos, se escondían en su habitación. Mi suegra se acercó, tomando mi bolso servicialmente: -PValeria, debes estar cansada. éHas comido? Haré que la empleada te prepare algo. Fruncí el cefio, realmente se crefan duefios de la casa de mis padres. - éQué hacen aquíi? jVáyanse! Mi suegro arrojó su vaso al suelo. - Valeria, te has vuelto muy arrogante. áLa casa de tus padres? Como no tienen hijo varón, todo será nuestro eventualmente. é Qué problema hay en que vivamos aquíi? Su lógica absurda me hizo reír. - iDónde está Mariano? é No dijimos que nos divorciaríamos hoy? ;Dónde está el cobarde? ---- Mariano salió del bafio a regafiadientes, sonriendo mientras se me acercaba y tomaba mi mano. -Lo siento, realmente lo siento. Vuelve a casa con nosotros, no podemos vivir eternamente con tus padres. He estado pensando que después de tantos afios de matrimonio, tenemos problemas de comunicación. Démonos otra oportunidad. jMira, vine a buscarte! Se arrodilló sosteniendo mi mano. - Nunca te propuse matrimonio apropiadamente. Hoy, frente a toda la familia, prometo nunca más hacerte infeliz. Sacó un anillo de su bolsillo - la piedra brillaba, pero cualquiera podía ver que era vidrio. Lo tomé para examinarlo mientras Mariano, creyéndome conmovida, lanzaba una mirada triunfante a sus padres. Arrojé el anillo barato a la basura. -n Mi suegra corrió a hurgar en la basura. -jAy, ay, tirar algo tan caro así! Me asqueaba su actuación. Me senté en el sofá: -Ya basta de teatro, es patético. Saqué los papeles del divorcio y se los arrojé a Mariano enlacara. -Léelos. Separémonos en buenos términos y podrás estar con tu nueva familia. ---- Mariano frunció el cefio, furioso: -jTe compré un anillo! éQué más quieres? jNada te parece bien! jóTodo el mundo te cae mal o qué?! - FEs tu culpa por consentirla. jUna buena golpiza y se endereza! -gruífió su padre. Carlos intervino: - Papá tiene razón. Mariano, mientras más la consientas, peor se porta. jUna paliza lo arregla todo! Mi hermano te compra cosas, jdeberías recibirlas como si fueran oro! Mariano les hizo sefas para que se callaran, pero su padre se enardeció: -jêEs solo una mujer?! Hijo, jlos hombres de esta familia no se rebajan! éNo está Fabiola? iElla sí parece fértil! iDivórciate! -IiSí, Mariano, no le ruegues! -iPor favor, cállense! -suplicó Mariano. Mi padre, al oír que querían violentarme, salió con su palo de golf para protegerme. - jSon unos abusivos! j Miren, miren su ropa! jTodo lo que Ilevan lo compró mi hija! jFuera... fuera... FUERA DE AQUÍ! Mariano sonrió nervioso: - Papá, no te enojes, mi padre nolo dijo en serio. Su padre lo jaló: - jVámonos, no le ruegues! ---- Carlos echó más lefia al fuego: -êEs solo una casa? j Vamos a la mansión de Fabiola, es mejor que esto! Levanté la mirada fríamente hacia todos ellos y aplaudí: - Qué orgullosos. No se dan cuenta de su realidad. Mariano gana 1000 dólares al mes, ni para tres días de gastos de su hijo menor. Ah, y la casa y el dinero están protegidos por el acuerdo prenupcial, así que ni lo intenten. -Mariano, te sugiero que leas bien el acuerdo de divorcio. Todos palidecieron. -IiMi hijo es extraordinario! No lo han promovido por tu mala suerte. Fabiola es diferente, jnos traerá buena fortuna! - Perfecto, entonces quédense juntos.
