---- Capítulo 4 Perspectiva de Sabrina Ely no dudó, en cuanto lo vio, corrió hacia él con los brazos abiertos. -iPapi! jPapi! |Mira mi vestido! Mi corazón se apretó, mientras el rostro de Arturo perdía todo color. Parecía haber visto un fantasma. Se movió rápido, extendiendo las manos hacia ella, recorriendo la habitación con la mirada. -gEly? zQuién te trajo aqui? ;Dónde está tu madre? No estaba feliz de verla, ni siquiera sorprendido, estaba en pánico. Y, en ese instante, la verdad me golpeó como una bofetada; ese mensaje... no era de Arturo. No habia recordado su promesa, ni preparado nada para Ely. Los susurros comenzaron a flotar en el aire, tan afilados como cristales rotos. -Quién es esa nifia tan maleducada? ;Cómo puede Ilamar papá a un hombre que no conoce? El hijo de Arturo no es un bebé todavia en el vientre de Beatriz? -Pensé que Arturo nunca se habia casado. ;De dónde salió esa nifia? -Probablemente solo es una mujer desesperada tratando de vender a su hija para conseguir dinero. -Mirala, parece de ese tipo. ---- El rostro de Arturo se tornó rojo, no sabía si estaba avergonzado, enojado, o ambas cosas. Pero avanzó, demasiado rápido, demasiado brusco. -eQuién es esta niia? -exigió saber-. No soy su padre, que alguien la saque de aqui. Luego, la empujó. No con fuerza, pero fue suficiente para que sus pequeas piernas tropezaran y cayera de espaldas al suelo. Estuve a su lado en un instante, recogiéndola en mis brazos, preparándome para las lágrimas, pero no hubo ninguna. Ely solo parpadeó, mirándolo, antes de bajar la vista a sus zapatos. -Lo siento, sefior Vélez... pensé que... La abracé con fuerza, mi corazón estaba hecho pedazos. -No hiciste nada malo, bebé. Nada. Pero, aun así, ella lo miraba con esperanza. Sefialó el enorme pastel junto a la fuente de champán. -çEse pastel es la sorpresa del sefor Vélez para mí? ;Puedo apagar las velas? Antes de que pudiera responder, una voz dulce y venenosa cortó el aire como miel envenenada. -No, no puedes -canturreó Beatriz, deslizándose hacia nosotros con un ajustado vestido de cóctel. Sus tacones resonaban en el suelo como dagas--. Ese es mi pastel, y solo yo puedo apagar las velas. -Se inclinó hacia adelante con los labios apenas curvados-. éTu madre no te ensehó modales? Cuando vas a la fiesta de otro, no te comportas como si tuvieras derecho a todo. Y, carifio, no corres Ilamando papá a hombres extrafios, eso es muy grosero. ;No es así, ---- Arturo? La mirada arrogante que me lanzó era casi cómica. Ahora sabía quién había enviado ese mensaje: había sido Beatriz, por su necesidad de humillarme y de dejarle claro a todo el mundo, junto con la prensa, que Ely no era una Vélez y que nunca lo sería Ahora solo importaba su bebé. Me puse de pie y, aún con mi pequefia en brazos, fijé la mirada en Arturo. -gEly fue demasiado grosera al Ilamarte papá? É! dudó, de verdad dudó. Luego dio su veredicto. -Sí -dijo con rigidez-. Es inapropiado... andar Ilamando papá a quien se te antoje, pequeõa. Mi sangre se congeló. Beatriz deslizó su brazo alrededor del suyo, triunfante. Y eso fue todo, los susurros regresaron, ahora peores, sin sutilezas. -Pequeõa descarada, sin vergienza, es igual que su madre. -Ja. Te dije que Arturo solo tenía un hijo, y está creciendo dentro de Beatriz. -De dónde salió esta? Quizá Ilama papá a todos los hombres que ve. -Esperemos que se le pase. No queremos que después llame papá a su novio. Miré a Ely; sus ojos estaban vidriosos, pero su expresión era tranquila, demasiado tranquila. ---- Recé para que no entendiera las frases venenosas de los adultos, mientras la bajaba suavemente. Le besé la frente y avancé directo hacia la torre de champán, la cual derribé con un simple y rápido movimiento. El cristal se rompió en miles de fragmentos, y la bebida espumante se esparció por el suelo pulido, mientras los jadeos se extendían como una ola. Entonces, me giré, sonriendo dulcemente. -Qué dia tan hermoso, ;verdad? Pensé en hacer un brindis por la cumpleafiera -murmuré, antes de encogerme de hombros y soltar -: Ups, lo siento. Espero ser menos torpe la próxima vez. El silencio cayó como una bomba. Por primera vez en aíios, les mostraba un atisbo de mi verdadera yo. No tenían idea de con quién se estaban metiendo.
