---- Capítulo 7 Perspectiva de Arturo Para cuando lIlegué al aeropuerto, empapado en sudor, la noticia me golpeó como un pufietazo en las costillas: el vuelo a Las Vegas habia despegado temprano. Las habia perdido. Maldita sea. Me quedé en medio de la terminal, escudrifiando la multitud, esperando, no, suplicando por un milagro. Alguna sefial de ella, un vestido familiar o la risa de una nifia. Pero la terminal estaba vacia. Sabrina se había ido, de regreso a Las Vegas, de vuelta al mundo del que venía, a su hogar. iCómo pudo hacerlo? Mi tristeza se tornó rápidamente en algo más ardiente, más agudo. La rabia me consumia, de forma salvaje e irracional. iCómo pudo simplemente dejarme? ;No me había prometido quedarse a mi lado para siempre? Luego llegó la negación; eso no era real. Sabrina no me había dejado, solo estaba yendo a casa a pasar las fiestas, solo necesitaba espacio, eso era todo. Excepto que... en todos los afios que estuvimos juntos, nunca me dejó solo y menos sin decir una palabra. iX en ese momento? Habia perdido contacto con ella. ---- Aún sin aliento, tomé un taxi con la mente dando vueltas. -A dónde, sefor? -preguntó el conductor. No pude responder. éA casa? No, la mansión Vélez no era una opción, no después de haber huido de mi propia boda. En ese momento, mi madre probablemente estaba destrozando los pasíllos de mármol como una banshee. 4Al apartamento de Sabrina? No, eso me mataría. No queria verlo vacio, entender que se había ido. AAsí que nombre el primer lugar que se me ocurrió. -Al casino Vélez. Mi oficina era el único lugar donde podía sentarme en silencio y tratar de entender la tormenta que habíia creado. El teléfono sonó. Ya sabia quién era: Beatriz. Dejé que sonara una vez antes de contestar. -Arturo, u dónde estás? -su voz era aguda, frenética-. jLa boda no puede efectuarse sin un novio! Será mejor que regreses ahora, o juro que le diré a Sara que tú... Dios, la dulzura que fingia habia desaparecido, ahora sonaba estridente, histérica. Si Beatriz era el tipo de chica que necesitaba un reflector solo para respirar, Sabrina era la que te prestaba su paraguas bajo la Iluvia, aunque eso significara mojarse ella misma. ---- Y solo ahora me di cuenta de cuánto extrafiaba eso, de cuánto la extrafiaba a ella. Beatriz siguió hablando, quejándose y amenazándome. Dejé que se calmara, que su voz se desvaneciera en el fondo. Luego la corté, frio y definitivo. -Dile a Sara lo que quieras, pero la boda está cancelada. Ella gritó algo, palabras que no pude, ni quise oir. Colgué. El casino estaba tan bullicioso como siempre, las máquinas tragamonedas zumbaban, los grandes apostadores se reunían en las mesas, y el personal mostraba sonrisas educadas que yo no podía corresponder. No me detuve a saludar ni a estrechar manos, no me molesté en ponerme la máscara. Simplemente atravesé el caos y entré en mi oficina, cerrando la puerta tras de mí. En cuanto me senté, saqué el teléfono y comencé a revisar los mensajes. Sabrina y yo... solíamos hablar más. Pero después de Ilegar a Nueva York, los textos cambiaron, se hicieron más cortos, escasos. La mayoria eran de ella, preguntándome cuándo Ilegaría a casa, qué habia comido o si tenía tiempo para jugar con Ely. éY mis respuestas? Apenas unas pocas palabras, despectivas y cansadas, siempre estaba ocupado. Claro, excepto por los mensajes donde le decía que tenía que ir a la mansión Vélez porque Beatriz necesitaba algo. Esos... esos siempre los enviaba. ---- Y esos eran los que ella nunca respondia, Ahora lo veía, ese silencio era la forma de Sabrina de decirme que estaba herida. Porque, ;cómo podía estar bien con que su novio estuviera con otra mujer, embarazándola, aunque actuara como si fuera normal? Cualquier otra chica habría explotado, me habría tirado la ropa a la calle, bloqueado mi número y seguido adelante. Pero no Sabrina, ella se quedó, dándome más gracia de la que jamás merecí Ella era la novia perfecta. Últimamente, dejó de preguntar en sus mensajes cuándo Ilegaria a casa, dejó de preguntar si tenía tiempo para Ely. Simplemente... se fueron haciendo menos frecuentes, hasta que se desvanecieron. Y yo no lo noté porque estaba demasiado ocupado, demasiado distraído entre el casino, las demandas constantes de mi madre, las quejas interminables de Beatriz y sus necesidades constantes. Ni siquiera me di cuenta de que Sabrina había dejado de preguntar hasta que ya la estaba perdiendo. El último mensaje que envió antes de desaparecer fue sobre adelantar celebrar la Navidad con Ely, solo fue una petición simple. Y yo dije que sí, luego lo olvidé. Lo olvidé. Dios. iFue por eso que se fue? Sabrina me amaba. ---- No podía simplemente dejarme así.
