---- Capítulo 16 -iElsa! Carlos la abrazó con fuerza, sin poder contener las lágrimas. Desde que ella se fue al extranjero, nunca volvió a tener paz. Cada mes le enviaba dinero, sin falta, hasta que un día notó que su cuenta seguía intacta, sin un solo movimiento. Fue entonces cuando se enteró de que Elsa se había unido en secreto a una misión médica en zonas de guerra. Desde ese momento, lo único que lo mantenía despierto por las noches era pensar si su hija estaría bien, si tendría algo que comer, si seguiría viva entre las balas. Más tarde, cuando supo que Diego la había secuestrado y la tenía escondida en Ríoalto, el miedo se convirtió en desesperación. La mansión estaba vigilada día y noche. Intentó entrar varias veces, sin éxito. Hasta que, agotado por la impotencia, tomó una decisión radical: prender fuego a la propiedad. Por suerte, Elsa fue rescatada a tiempo. - Perdóname, hija... - susurró Carlos, la voz hecha ---- trizas-. Nunca debí juzgarte. Nunca debí dejarte sola. Él también había creído los rumores. Pensó que Elsa se había perdido, que su rebeldía era pura envidia hacia Olga. No fue sino hasta que empezó a tirar del hilo que comprendió la verdad: su hija había sido usada, traicionada, destrozada por quienes más debía haber confiado. Ahora solo quería una cosa: justicia. Y estaba dispuesto a todo con tal de lograrla. Padre e hija se fundieron en un abrazo largo, silencioso, hasta que Elsa, conlos ojos aún llenos de lágrimas, murmuró con preocupación: - Papá... Diego no se va a quedar de brazos cruzados. Es capaz de cualquier cosa. Si descubre que ustedes me ayudaron... Ellalo conocía bien. Sabía de lo que era capaz. Si algo le había ensefiado todo ese infierno, era que Diego no sabía perder. Pero entonces Lorena se acercó con una sonrisa confiada. -Tranquila, Elsa. Tu papá pensó en todo. Mientras te ---- buscábamos, él también se encargó de recolectar pruebas, grabaciones, transferencias... todo. Y yalo soltó en redes. La caída de Grupo Cruz es solo cuestión de horas. Ese tipo está acabado. AAA Esa misma noche, las redes sociales explotaron con titulares sobre el escándalo entre las familias Limay Cruz. Cuando salió a la luz todo lo que Diego y Olga le habían hecho a Elsa, la indignación se propagó como pólvora. En cuestión de horas, miles de usuarios comenzaron a atacarlos en línea, y las acciones de Grupo Cruz se desplomaron sin freno. La presión fue brutal. Diego no aguantó. Sufrió una recaída severa y terminó internado de emergencia. Su estado era inestable. Iba y venía entre momentos de lucidez y episodios de delirio. Pero incluso dormido, con la voz apagada, repetía el mismo nombre una y otra vez: -Elsa... Els. Hasta que un día, al abrir los ojos, notó una silueta a su lado. Extendió la mano con torpeza, como intentando aferrarse a ella. -iElsa! Sabía que vendría: de esperanza en la mirada. - susurró, con una chispa ---- - Mírame bien. No soy Elsa. La voz lo sacó en seco del delirio. Diego parpadeó, confundido... y entonces la reconoció: era Olga. Habían pasado meses desde la última vez que la vio, pero estaba irreconocible. La piel opaca, los pómulos marcados, el cabello suelto y desordenado. Había envejecido de golpe, como si la vida le hubiese pasado por encima. -iTú me arruinaste, Diego! -le soltó, con la voz cargada de rencor - . Desde que cancelaste nuestro compromiso, mi mundo se vino abajo. Le contó cómo, después de ser echadas de la familia Lima, ella y su madre fueron estafadas en el extranjero y lo perdieron todo. La madre, incapaz de enfrentar la ruina, se hundió en las apuestas y terminó llena de deudas. Olga, desesperada, pidió ayuda a unos "amigos" del pasado que, en lugar de tenderle la mano, la encerraron. Estuvo tres días cautiva. La humillaron, la golpearon. Todo mientras le repetían que no era más que "la hija de una amante". Cayó en picada. De la noche a la mafiana, pasó del lujo al infierno. Y en ese infierno, lo único que la mantenía en pie era una idea: arrastrar a Diego con ella. ---- Y esa noche, por fin, lo había logrado. Se había colado en el hospital. Sin decir palabra, sacó un cuchillo oculto bajo la ropa. Diego reaccionó rápido. Esquivó el primer golpe y se desató una lucha desesperada. Forcejearon hasta quedar junto a la ventana. Olga, fuera de sí, intentó empujarlo... pero él logró apartarse en el último segundo. El impulso fue demasiado. Ella perdió el equilibrio y cayó. Un golpe seco retumbó afuera. Cuando los guardias lIlegaron, solo encontraron el cuerpo de Olga en el pavimento. Sin vida.