---- Capitulo Miguel llevaba una camiseta blanca de algodén suave y un pantalén gris. Parecia un universitario cualquiera No, espera... la verdad es que se habia graduado hacia poco. -Qué juventud... -suspiré, recostada en el sofa mientras observaba disimuladamente. Mis ojos recorrieron de forma fugaz su figura: esas caderas estrechas, esa cintura definida... -Magnifico... qué exquisito banquete visual -murmuré para mis adentros:- Ahora entiendo por qué las mujeres ricas mantienen modelos jévenes Miguel se acercé cauteloso con el café en mano. Enseguida adopté una expresi6n seria y me sumergi en una revista como si nada, Tomé la taza y di un sorbo. En cuanto Miguel se senté, Lumbre salté sobre sus piernas y comenz6 a amasar con sus patitas el tejido gris Mi mirada se fijé de manera instintiva en ese movimiento ritmico... hasta que algo me llamé la atencién. Espera... gpantalén gris? Sin querer, mis ojos se desplazaron unos centimetros mas al norte. -Qué... grande -Ia palabra escapé de mis labios antes de poder detenerla. En ese momento, Miguel se incliné hacia mi hasta que sus labios rozaron mi oreja. Su voz, apenas con un susurro célido, me erizé la piel:-Isabella... gdénde exactamente estas mirando? ---- El aliento en mi oido me dejé en ese momento sin aire. Mis pupilas bailaron nerviosas, buscando cualquier punto de fuga. .. estaba hablando del gato! jHa crecido mucho.. nerviosa, con las mejillas ardiendo, antes de huir a mi habitacion como una adolescente. Abri mi chat con mi mejor amiga y escribi con frenesi:-Desde que Miguel vive aqui, siento que me esté seduciendo descaradamente. ¢ Deberia buscar un hombre? La respuesta fue una llamada instantanea. -jPor fin abres los ojos! -su voz era un grito ahogado de emocidén: - jAcabas de darte cuenta de que ese Adonis lleva enamorado de ti desde la pubertad? Mi corazén se aceler6 de forma absurda =2Q...que le gusto? Siempre pensé que me veia como una hermana... -musité bajito, presionando una mano contra el pecho donde un calor inexplicable se expandia -iPor Dios, Isabella! Hasta un ciego lo veria. El solo finge ser un inocente cachorro delante de ti. Fuera de casa, ese tipo tiene una mirada que te hiela la sangre -hizo una pausa dramatica:- Mira, ya estas divorciada. Miguel es mil veces mejor hombre que esa basura de Diego -Esto es... demasiado. Con la empresa ya tengo suficiente estrés - respondi, de manera evasiva:- No puedo lidiar con mas complicaciones en mi vida Colgué con mi amiga atin aturdida, cuando otra llamada entré al instante. ---- Al reconocer el nimero, contuve la respiracién antes de responder:- {Diego? Su voz, inusualmente vulnerable, reson6 al otro lado:-Isabella... Alejandro tiene fiebre. No para de Ilamarte. {Podrias... venir a verlo? Me apoyé en la barandilla del balcén, dejando que la brisa nocturna me enfriara poco a poco las mejillas atin ardientes. -Diego -le susurré:- yo te hice esta misma llamada muchas veces Era mi primer hijo. Cada vez que enfermaba, el pdnico me nublaba el juicio. Aunque tenfamos médico privado, mis dedos temblorosos marcaban su numero una y otra vez, suplicando entre ldgrimas que volviera a casa. éY su respuesta? El eco de su frialdad ain me helaba la sangre:-Si no sabes cuidarte a ti misma, al menos aprende a cuidar de nuestro hijo. -...Isabella, yo... "su voz ahora era aspera, cargada de algo que podria ser quizds remordimiento. -Tenias razon -interrumpi con calma glacial:- Por eso ahora, solo me ocuparé de mi misma. -Has... recuperado la memoria? -pregunt6 con una cautela que nunca le habia oido. -Sabes nunca la perdi Dejé caer cada palabra como un martillo: -Nos vemos en el juzgado dentro de un mes. Y no esperes que vuelva arrastrandome, aunque recuerde algo ---- -Entre nosotros... ya no hay nada Un estruendo de cristales rotos atraves6 la linea. Corté la llamada antes de que pudiera responder y bloquee enseguida su ndmero. Treinta dias bastarian para todo el papeleo. Desde aquella noche, Diego comenzé a aparecer con inquietante frecuencia. Pero solo se limitaba a observarme desde su automovil, sin atreverse a acercarse. Quizés era maldito orgullo herido. 0 quizds esa malsana obsesién masculina por lo inalcanzable. El caso es que ahora, cuando nuestros caminos se cruzaban, yo solo veia simplemente a un extrafio mds. Ese domingo, al abrir la puerta, me encontré con Alejandro cargando con dificultad un album fotografico mas grande que él