La hermosa obsesión del CEO
Frida no podía controlar el temblor de sus manos ni cambiar su mirada destrozada.
Arrastraba los pies, cansada de tantas noches de desvelo.
Tocó un par de veces la puerta del despacho de su esposo, ya que tenía que hablar urgentemente con él.
El doctor había sido claro, su pequeña hija Emma necesitaba un procedimiento quirúrgico para salvar su vida.
Gonzalo levantó la mirada de sus papeles, estaba sorprendido de verla.
Desde que la pequeña Emma había enfermado la relación se había congelado. Solo eran un par de conocidos que compartían la cama, sin tocarse, sin hablar y sin intercambiar una sola caricia.
“Hablé con el doctor…”, dijo Frida consiguiendo una mirada harta y fastidiada de Gonzalo.
Emma necesita someterse a una cirugía importante.
“¿Y?”, preguntó Gonzalo con molestia mientras veía su reloj, contando los segundos para que se fuera.
“La cirugía es muy cara, pero mejorará el pronóstico de Emma…”
“Detente. Es suficiente. No quiero saber más…”, dijo Gonzalo torciendo la boca y desviando su mirada.
Cada vez que intentaba mirar a Frida se llenaba de odio.
“Solo… déjame en paz, necesito pensarlo”.
“¡¿Necesitas pensarlo?!”
No comprendía el comportamiento tan insensible de su esposo.
“¡Es tu hija! ¡Te necesita! ¡Yo te necesito!”