---- Capítulo 9 Diego lanzó el cristal al suelo frente a Sergio y Carlos. Al estrellarse se agrietó, aunque la luz seguía parpadeando en su interior, y cuando lo levantaron desconcertados, la pantalla cobró vida y el color se les fue del rostro. El cristal guardaba todas las pruebas. Desde que Elena puso un pie en nuestro hogar, había empezado a urdir su plan: destruyó a propósito su propio juguete para echarme la culpa y enfurecerlos, me convenció de comprarle una torta de almendras hace unos días solo para convertirla en evidencia de mi * maldad". Cada video los dejaba sin defensa, cada grabación mostraba su rabia y sus gritos dirigidos contra míi, mientras las carcajadas de Elena resonaban de fondo como pufiales clavándose en carne viva. Carlos fue el primero en explotar. Con los ojos enrojecidos de ira incontrolable, se abalanzó y le propinó una patada brutal en el rostro a Elena. -éNos equivocamos con Ariana... todo este tiempo? jzEsto fue culpa TUYA?! -No olvides que gracias a Ariana pudiste entrar aqui. -Por qué, Elena? z Por qué le hiciste esto?! Elena se limpió la sangre de la boca con el dorso de la mano, pero la mirada se le encendió de puro odio y por fin se le cayó la máscara de nifia buena. -iéY qué si lo hice?! Sí, la puse en mi contra porque queria que me quisieran más. ; Qué tiene de malo? -soltó una risa amarga que ---- sonaba a cristales rotos-. Pero fueron USTEDES los que la mataron, ustedes la encerraron, ustedes se olvidaron de ella. A mi no me culpen por lo que ustedes hicieron. Solo me usan para sentirse mejor con ustedes mismos, Sus palabras cayeron como latigazos. Por un momento, los hermanos alfa que hasta hace segundos hervían de furia se quedaron inmóviles, como si los hubieran fulminado. Entonces Elena se le quedó viendo fijamente a Diego y le habló arrastrando las palabras con maldad: -Dijiste que la ibas a cuidar, pero fuiste tú quien la metió en ese sótano. Y aunque hubiera sobrevivido esos tres días, con tanto miedo y tanta humillación se habría vuelto loca. Diego se desplomó, enterrando las garras en su propio pelaje mientras soltaba un grito desgarrador que se oía como un animal herido. Elena se volvió hacia Sergio y Carlos: -Todos ustedes son unos asesinos. Ahora van a pagar por lo que le hicieron. Sergio y Carlos se derrumbaron junto a Diego, el rostro surcado de lágrimas y el alma destrozada. Elena los contempló desde arriba con una sonrisa victoriosa, una loba que saboreaba su triunfo. Pero no tuvo tiempo ni de celebrar. Diego saltó como resorte y la agarró del cuello, Sergio se elevó en el aire para estamparle una patada demoledora en la cabeza, mientras Carlos le hundía los colmillos en el cuello hasta desgarrarle la carne. Se habían convertido en bestias sedientas de sangre, y Elena murió despedazada por quienes una vez fueron sus títeres. Cuando trajeron la urna con las cenizas de Ariana, los tres ---- hermanos se vinieron abajo por completo. No pudieron vívir con esa culpa y uno tras otro decidieron acabar con todo. Al morir ellos, yo sentí que algo se rompía dentro de mí, como si por fin me hubieran soltado, Al principio solo vi miedo en sus ojos, pero después algo distinto: una esperanza desesperada. Me reconocieron e intentaron acercarse, suplicando con los brazos extendidos, pero una fuerza invisible los detuvo en seco. En ese instante me vino un recuerdo: cuando era pequeiia, la menor de todos después de que murieron nuestros padres. La manada estaba a punto de desintegrarse, los enemigos nos acechaban como buitres, y yo era la debilidad que no se podían permitir. Una vez unos lobos renegados me Ilevaron, y mis hermanos alfa recorrieron bosques y ríos hasta encontrarme. Cuando me hallaron, me abrazaron tan fuerte que casi no podía respirar, estaban muertos de miedo. -Ariana, nadie te va a tocar un pelo. Eres lo único que nos queda, lo único que tenemos de papá y mamá,. Esa noche no me soltaron hasta que amaneció, Después de eso me dediqué incansablemente al entrenamiento, buscando volverme fuerte, convertirme en una loba digna de ellos, protegerlos como ellos me habían protegido. Pero todo había sido una quimera infantil. Qué ingenua habíia sido. Ahora, suspendida sobre ellos como un espíritu libre, contemplé su sufrimiento y la devastación en sus corazones, pero no sentí lástima. Les di la espalda sin dudarlo y me elevé hacia las alturas. -Hermanos mios, ya no soy su hermana. En otra vida... no, nunca más nos vamos a ver.
