---- Capítulo 5 Entraron al almacén con una linterna, donde encontraron un espacio lleno de basura que despedía un olor insoportable. En el suelo vieron un colchón roto y sucio que, sin duda, había sido mi cama. Entre todo ese desorden, encontraron lo único que me pertenecía: la mujfieca que me había llevado de casa. A pesar de estar desgastada por los afios y Ilena de parches, se notaba que alguien la había remendado con mucho carifio. El colchón estaba tefiido con la sangre que derramé en mis últimas horas. Mis padres quedaron petrificados ante la escena, sus mentes eran incapaces de procesar el horror frente a sus ojos. Desde la entrada, Yolanda los 1Ilamaba a gritos mientras se cubria la nariz, negándose a entrar en aquel lugar inmundo. Mi padre muy molesto, le respondió con rabia: -iSilencio! éDe verdad crees que es momento para tus caprichos? No tenemos tiempo para tus quejas. jVete de aquíi! Yolanda jamás había oído a sus padres hablarle así. Las lágrimas brotaron de inmediato, pero su llanto solo avivó su furia. Mi padre volvió a reprender: ---- -éPor qué Iloras? fA quién crees que engafias con esas lágrimas? jFuera de aquí! jNo quiero verte ahora! Solicitaron un análisis forense del lugar. Los resultados confirmaron, sin duda, que allí había transcurrido mis últimos días. Las pruebas de las manchas de sangre revelaron que mi muerte había ocurrido hacía ya un afio. Al recibir la noticia, mis padres se derrumbaron. Mi madre, perdida en su dolor, musitaba mi nombre entre sollozos desgarradores: -Ana, regresa, mi nifia. Mamá promete no volver a ser dura contigo. Ana, por favor, te lo suplico, vuelve a casa. Pasaron cinco días antes de que abriera los ojos nuevamente. Al verla despertar, una enfermera se acercó presurosa a su lado. Mi madre la sujetó con desesperación, aferrándose a ella mientras suplicaba: - Por favor, dime dónde está mi hija. Te lo ruego, dímelo. Su angustia era tan profunda que se desplomó de rodillas ante la enfermera, confundiéndola con quien me había cuidado en el hospital. La enfermera intentaba levantarla del suelo, pero mi madre permanecía inmóvil, su voz se desgarraba al gritar mi nombre una y otra vez. ---- Mi padre entró al cuarto con el rostro sombrio y le dijo que finalmente sabían dónde estaba. La tomó suavemente de la mano y la 1Ilevo hasta la persona que me había visto con vida por última vez. Era la encargada de la limpieza del colegio. Me había encontrado junto a un basurero, , mi cuerpo estaba envuelto en un tapete roto. Al principio pensó que era solo un montón de basura, hasta que al acercarse descubrió que se trataba de una persona. Llamó a la policía, pero estos apenas echaron un vistazo antes de marcharse sin hacer nada. Entonces ella, con su corazón bondadoso, decidió pagar de su propio bolsillo mi cremación. Aún conservaba la urna con mis cenizas ensucasa. -Esta nifia era tan desafortunada. La veía todos los días enla escuela. Jamás imaginé que nuestro último encuentro sería así -murmuró la sefiora con voz quebrada. Cuando mostró a mis padres las fotos del hallazgo, quedaron devastados, como si el peso de dos décadas hubiera caído sobre sus hombros en un instante. La desesperación los devoró por completo. Mi madre, conlas manos temblorosas, ocultaba su rostro mientras mi padre, hundido en su silla, dejaba correr las lágrimas ---- sin pudor alguno. Fue solo al ver aquellas imágenes cuando por fin enfrentaron la cruel realidad: yo realmente había muerto. El cuerpo en las fotos era indudablemente el mio. Entre sollozos, suplicaron Ilevarse la urna con mis cenizas. Después, se dirigieron a la comisaría para exigir explicaciones a los policías que habían manejado el caso, demandando saber por qué nunca fueron notificados. Durante el interrogatorio, el agente reveló algo perturbador: una joven llamada Yolanda había declarado que la fallecida era su empleada doméstica quien, tras robar una considerable suma de dinero, se había quitado la vida por vergiienza. Además, había solicitado expresamente que no se informara a sus padres del incidente, alegando no querer preocuparlos. -iFuiste túá! iTú lo supiste todo este tiempo! -estalló mi madre, sus ojos ardían con una mezcla de furia y dolor-. jQué cruel eres! Sabías desde hace un afio que tu hermana había muerto y aun así guardaste silencio. Los gritos de mi madre resonaban hasta que su voz se ---- quebró, mientras los policías intentaban calmarla. Mis padres, determinados a conocer toda la verdad, exigieron ver las grabaciones de seguridad del hospital. En ellas, mi figura aparecía en medio del viento helado, llevando solo una camiseta gastada mientras hablaba por celular. Mi madre, con angustia renovada, suplicó al oficial que ampliara la imagen para descubrir con quién hablaba en mis últimos momentos.
