---- Capítulo 4 Horas antes... Después de acompahiar a Emily a casa, ella se aferró a él como una segunda piel, su aroma nublando su juicio. "Quédate un rato, Damien". Sus dedos trazaron círculos hipnóticos en la palma de su mano. "Ya estás aqui. Una ansiedad inexplicable le oprimió el pecho. Algo no se sentía bien. "Debería volver con Sierra", murmuró él. "Prometí pasar esta noche con ella". Intentó apartarse del tacto de Emily, la cara de decepción de Sierra lo perseguía. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que estuvo con su pareja. La culpa lo carcomía. La idea de Sierra esperando le hizo esbozar una sonrisa carifiosa y culpable. Emily no se inmutó. Se apretó contra él y le rodeó la cintura con los brazos. ---- "iPero no quieres ver lo que lIlevo debajo?". Su voz destilaba dulzura. "Lo compré solo para ti... pero si no quieres verlo...". Sus manos se deslizaron bajo la camisa de él, rozándole la piel con las ufias. La expresión de Damien se puso rígido incluso cuando el deseo se agitaba. "No. Se lo prometí a Sierra". Pero Emily sabía exactamente cómo tocarlo, dónde presionar. Pronto su determinación se desmoronó como la arena. Horas más tarde, alisó meticulosamente su ropa, revisando que ni una sola arruga delatara su infidelidad. El viaje a casa se le hizo más largo de lo habitual y el miedo aumentaba con cada kilómetro. "Sierra, he vuelto. Siento haber Ilegado...". Tarde. Las palabras se atragantaron en su garganta. Algo estaba terriblemente mal. La casa de la manada estaba silenciosa como una tumba. El olor de Sierra era de hace horas. ---- Las flores Luz de luna, sus favoritas, estaban intactas en su jarrón, empezando a marchitarse. Su corazón se agitó dolorosamente mientras buscaba en una habitación vacia tras otra. Ella aparecería en cualquier momento. Tenía que hacerlo. "Sierra...". Su voz se quebró al oír su nombre. La Ilamaba una y otra vez, y el pánico aumentaba con cada grito sin respuesta. Un pensamiento imposible echó raíces. ;Acaso había...? No. Ella no lo dejaría. No podía. "Sierra, esto ya no es divertido. Sal, abriremos ese regalo como planeamos". Su voz se volvió más desesperada. "Siento lo de esta mafiana. Sé que he estado distante. Por favor. Recorrió la casa, buscando cualquier sefal de ella. Fue entonces cuando la sensación de vacío lo golpeó. Las paredes desiertas donde antes colgaban fotos. Los ---- cachivaches desaparecidos que habían hecho de su casa un hogar. Damien sintió que su mundo se tambaleaba. El retrato de la ceremonia de apareamiento, el favorito de ella, había desaparecido. Él se tambaleó hasta el jardín, su última esperanza. Pero incluso allí... Su querido jardín de flores Luz de luna estaba destruido, la tierra fresca cubria la devastación. Los miembros de la manada ya estaban plantando nuevas plantas, como si estuvieran borrando su presencia. "iQuién hizo esto?". Su voz temblaba de rabia y miedo. "iQuién tocó las flores de Sierra?". Los miembros de la manada intercambiaron miradas nerviosas entre sí. "Alfa... la Luna ordenó que las quemaran hace tres días. Dijo... dijo que habían cumplido su propósito". "iQuemarlas?". La palabra se sintió como ácido en su boca. ---- Damien se tambaleó hacia atrás. El vínculo en su pecho parpadeó como una vela en el viento. "iCuándo se fue? ;Adónde fue?". Su voz apenas era un susurro. Ellos simplemente agitaron la cabeza con impotencia. "Se fue esta mahiana con una maleta. Pensamos que sabías...". éSe fue? Las palabras resonaban en su mente. éPero adónde? Su familia la había rechazado por ser una Omega. No tenía otro lugar. Él lamó a todos sus conocidos, poniéndose más frenético con cada conversación. "iHas visto a Sierra?". "ijEstá contigo?". "Por favor, necesito encontrarla...". Pero nadie la había visto. Nadie sabía nada. Cada callejón sin salida se sentía como otro cuchillo en sus entrafias. ---- La desesperación era abrumadora. No se había sentido tan perdido desde antes de encontrarla. Sierra era su verdadera pareja y era literalmente parte de su alma. Perderla era como perder un miembro de su cuerpo. El vínculo entre ellos parpadeó de nuevo, más débil ahora. iDistancia? ;O algo peor? "Sjerra, por favor...". Su aullido de angustia resonó por todo el territorio. "Te necesito...". Sus ojos ardían de color rojo carmesí por el dolor y el miedo. De repente recordó el regalo que ella le había dejado. Tal vez... Se apresuró hacia su oficina, donde el paquete reposaba inocentemente sobre su mesa. "Abrir en 15 días', rezaba la nota en su elegante mano. Se aferró a ella como un hombre que se estaba ahogando, rogando por su salvación. "Ella debe de haber dejado instrucciones. Una pista de dónde encontrarla...". ---- Le temblaron las manos al desenvolverla. Papeles de divorcio. Su firma aún estaba fresca en la parte inferior. "No... no, esto es imposible...". Se desplomó en su silla, con los papeles aplastados en sus manos. "Ella me ama. Ella nunca...". Pero las pruebas estaban ahí. "iAlguien debe haberla forzado! jcambió el regalo!". Interrogó a cada miembro de la manada, cada vez más desesperado. "iQuién tocó esto? ;Quién entró en mi oficina?". Pero todos decían lo mismo: nadie se atrevería. Las imágenes de seguridad confirmaban su inocencia. Mostraban a Sierra entrando tranquilamente en su oficina, firmando los papeles y envolviendo el regalo. La realidad se desplomó como una avalancha. Esto realmente estaba sucediendo. Ella realmente se ---- había ido. La última hora se sintió como afios de tortura. Siguió preguntando, esperando que alguien dijera que todo era un error. Pero la verdad era innegable. Miró los videos de seguridad una y otra vez, torturándose con su expresión resuelta. Ella había decidido dejarlo. El vínculo volvió a parpadear, más débil que nunca. éPor qué? La pregunta lo consumía. Repasó cada momento de los últimos meses, viendo ahoralo que había ignorado. Las sefiales habían estado ahí: su creciente silencio, sus sonrisas tristes. Debió haber descubierto su traición. iPero él había sido muy cuidadoso! jMantuvo a Emily separada de su vida real! iHace cuánto tiempo que Sierra lo sabía? ;Cuánto ---- tiempo había sufrido en silencio? Le dolía el pecho mientras el vínculo se debilitaba aún más. Las lágrimas le nublaban la vista mientras otro recuerdo florecía: el día en que ella aceptó su marca. Su mirada había sido tan clara, su voz firme: "Haré todo lo posible por ser una buena pareja, pero no aceptaré la traición. Si alguna vez me engafias, desapareceré de tu vida para siempre".
