Unos golpes continuos en la puerta de mi habitación me despertaron totalmente de mi sueño reparador, «¡Nathan!». Mi madre me llamó: «Despierta ya. » Sinceramente le dije, no soy una persona mañanera, «Arghh…». Gemí mientras agarraba mi cómoda manta para tapar todo mi cuerpo medio desnudo. «Sólo unos minutos más, mamá. » «¡Bien!» respondió ella, «Pero, vas a llegar tarde al trabajo. » Ugh… ¿ya es lunes? Owww tío… tengo que ir a trabajar o mi jefe me regañará si llego tarde otra vez. Mis ojos estaban tan pesados cuando intenté abrirlos. Pero pase lo que pase, ¡tengo que despertarme ya o llegaré tarde! Me pongo la manga blanca a juego con los vaqueros azules después de darme una ducha rápida. Mi pelo rubio parece un poco desordenado, así que me pongo un poco de gomina y me peino para que parezca un poco más domado. «¡Nathan!» Mi madre me llama de nuevo pero un poco más alto que antes. «Sí… ¡Ya voy!» Grité de vuelta y luego eché un último vistazo al espejo y me felicité por ser uno de los chicos más guapos de Beverly Hills. «¡Vamos a trabajar ya!» murmuré mientras cogía la llave de mi moto de la mesilla de noche. «Buenos días mamá, buenos días papá…». Besé a mi madre en la mejilla mientras entraba en la cocina. «Buenos días hijo», me contestó mi padre que estaba leyendo el periódico. «Hoy estás muy guapo», me dice mi madre haciéndome un cumplido. Solté una risita: «Mi madre es la mujer más guapa de BH, así que por supuesto su único hijo está así de guapo». Hice una postura de modelo junto a nuestra mesa de comedor. Mi madre me pellizcó las mejillas. «Siéntate… y cómete el desayuno», mientras mi padre estallaba en carcajadas al vernos.