---- Capítulo 7 Decidí reunirme con Ayala. Luces brillantes la rodeaban; parecía radiante, ajena a la crisis de Grupo M. Tal vez seguía bajo la protección de Javier o ya había encontrado un reemplazo. Sin rodeos, le pregunté: -Sefiorita Heras, éaún piensas casarte con Javier? Sin el temor que mostraba ante él, Ayala respondió con una sonrisa: - Por supuesto, si ya lo sabes, no tengo nada que ocultar. Javier es mi mejor carta y no lo soltaré. Me pregunté cómo reaccionaría Javier al enterarse de su opinión sobre él. No discutí su lógica, solo le advertí: - Sabes cómo está Grupo M. Puedo ofrecerte más de lo que crees. Si decides casarte con Javier, tendrás que compartir sus bienes, pero también sus deudas. Su sonrisa se desvaneció; la incertidumbre se reflejó en su rostro. Le pregunté: -íiHas visto "Titanic"? -iQué quieres decir? - Frunció el cefio. ---- Sonreí y miré a sus ojos: -En un barco que se hunde, no hay buenos asientos. Ayala, con su astucia habitual, comprendió. Tras un largo silencio, ya había tomado su decisión. Javier estaba al borde del colapso por los problemas de Grupo M, pero aun así, se tomó el tiempo para buscarme. Ya me había mudado, así que decidió esperar ala puerta de mi casa. Esta vez, no escatimó en gastos; traía un reloj de lujo y un deportivo impresionante. Lo mantuve a la distancia, recordándole: - De verdad crees que necesito eso? No subestimes a la heredera de los Otero. Se quedó sin palabras, hasta que, como si le hubiera dado un golpe de claridad, guardó los regalos costosos y apareció con un ramo de rosas. No quería sus presentes, solo pensaba en lo que él creía que podía ofrecerme: su corazón. Pasó el día entero esperando afuera. La brisa nocturna era más fría que la del hotel donde celebramos nuestro séptimo aniversario, pero esta vez abrí la puerta y acepté las flores. -Te amo, lo siento -dijo sin aliento. ---- Abríla cuenta de Ayala en mi celular y le mostré: -Cada publicación de ustedes es una disculpa que debes pronunciar. Parece que no le costó cumplir con mi pedido. Sonriendo, comenzó a repasar las publicaciones, diciendo "lo siento" tras cada una. Cuando la noche avanzó, finalmente lIlegó a la publicación de su cumpleafios, donde descubrí su traición. Allí estaba, vestido de manera barata, con un reloj electrónico de pocas centenas, besando a una chica joven y hermosa. Con un perfil falso, le di un "me gusta" y comenté: "Una pareja ideal" Luego volví la mirada a Javier: -éCómo no me di cuenta antes de que te gustabanlas mujeres así? Él guardó silencio, incapaz de responder. Una risa amarga escapó de mis labios: -Eres un gran actor. Ahora no sé si quieres volver por amor o solo por el negocio. - Rebeca, confía en mí -insistió, un poco impaciente ---- - . Realmente te amo. Dame otra oportunidad. Si no quieres ver a Ayala, la haré desaparecer de tu vida. Interrumpí su discurso. - No importa, Javier. No habrá oportunidad para seguir ignorando esto. Gracias a Ayala, me quedó claro que no mereces lo bueno. - Pisoteé las flores, dejando caer los pétalos como cenizas de un corazón marchito. Con desdén, afiadí: - Nunca vas a saber cómo apreciar lo que tienes. Eres incapaz y no mereces nada bueno.
