---- Capítulo 8 Después de aquel día, Javier finalmente entendió que debía dejarme en paz; dejó de acosarme con sus visitas. Yo estaba absorta en los asuntos de la empresa; el crecimiento de Empresa T era imparable. Hasna, quien había sido forzada a dejar la empresa, ahora estaba de vuelta. Trabajaba arduamente y rápidamente fue ascendida, comentando con ironía: -iCon la jefa siempre hay carne en la mesa! Le respondií: -Esto es solo el resultado de tu esfuerzo. Finalmente, decidí buscar a Javier. Mi mensaje fue como un salvavidas para él; aceptó mi invitación de inmediato. Nos encontramos en nuestra antigua casa, un lugar que atesoraba demasiados recuerdos, que había sido el refugio más cálido y suave de mi vida. Ahora, al mirar las huellas de nuestra convivencia, solo me quedaba un suspiro nostálgico. Javier parecía ver en esto una oportunidad para intentar reconciliarnos. Se apresuró a organizar mis cosas, como si solo estuviera de paso. Colocó nuestras fotos en el lugar más destacado, hablándome de nuestro pasado, llevándome a la playa donde una vez me propuso ---- matrimonio. Recordamos juntos el proyecto más importante que habíamos logrado y cómo me cuidó durante mi enfermedad, trasladando asuntos de la empresa a mi cama de hospital. A todo esto, yo solo podía sentir un ruido ensordecedor en mi cabeza. Con una calma gélida, coloqué los documentos frente a él y le dije: - Si quieres mi ayuda para Grupo M, tendrás que aceptar mis condiciones: divorciémonos. Su rostro cambió de inmediato, y aunque podía ver su vulnerabilidad, no me conmovió. Sabía que él era el culpable, así que propuse varios términos que me beneficiaban. Javier, necesitado de mi apoyo y consciente de su culpa, no tuvo más remedio que aceptar. No lIlevé mis cosas, pues lo que él había tocado ya no era míio; demasiado sucio. Descarté todas las fotos en la basura. Pronto, la noticia de nuestro divorcio salió a la luz. El escándalo de su infidelidad se propagó como un incendio forestal, provocando la condena del público. Las acciones de Grupo M cayeron abruptamente. ---- Regresé a Grupo M, pero no como Javier esperaba. Esta vez, era yo quien tomaría el control. Durante la caída de las acciones, compré una buena cantidad, además de haber negociado previamente con otros accionistas. En la siguiente junta directiva, uní fuerzas con ellos para desterrar a Javier de la gestión de la empresa. Realicé reformas audaces, integrando Empresa T a Grupo M. La confianza del mercado pronto se restauró, incluso superando niveles anteriores. Ese lugar había sido nuestro terreno de lucha y crecimiento. Sin embargo, Javier nunca me consideró parte de su familia. Ahora, como duefia de la empresa, demostré que Grupo M podría caer sin mí, pero seguiría prosperando sin él. Al reencontrarme con Javier, no era el hombre enérgico de antes. La noticia de su accidente automovilístico me llegó como un eco distante; ahora lo vi en una silla de ruedas, como si le hubieran robado diez afios de vida. Se decía que había perdido la capacidad de tener hijos, y aquella antigua profecia de no dejar descendencia se había vuelto realidad. No pude evitar sentir compasión por él. Cuando me vio, en sus ojos brilló una mezcla de resentimiento y desprecio. ---- - Rebeca, has ganado. Pero no pienses que aún guardo algo por ti. Solo Ayala ha estado a mi lado, sin juzgarme por mi pasado. Era cierto que había perdido todo lo que había construido, y que solo Ayala se había mantenido a su lado.
