---- Capítulo 3 Pablo le dio una patada al chico, gritando que no tenía sentido común. -Voy al baho. Me levanté, sin querer enojarme frente a todos, solo quería dejar un poco de dignidad. Carlos me miró brevemente, luego a Celia, pero al final no me siguió. Cuando volví, todos ya estaban satisfechos y sentados en la playa. Celia y Carlos estaban juntos, en una postura íntima, y yo busqué un lugar para sentarme a un lado. -7Ya estamos todos, juguemos a Verdades o Retos. - Pablo intentó animar el ambiente. Carlos ganó la primera ronda y Celia perdió. Ella eligió verdad, y Carlos le preguntó qué la hacía feliz últimamente. -Conocí a un hombre muy bueno, en un día ya tengo casa y coche. Además, me ensefió a manejar un Mercedes con una mano. - Celia parpadeó coquetamente, mirándolo con ternura. Luego, se volvió hacia mí, sonriendo con desdén. ---- La mayoría de los presentes sabía cómo había conseguido Celia su casa y coche, pero todos hacían la vista gorda. Sin embargo, al sacar esos temas a la luz, el ambiente se volvió tenso de nuevo. Tncluso Pablo se sintió incómodo. Al no ver que me enojaba, tuvo que intentar suavizar la situación: - Vamos, vamos, es tu turno, hermosa. Cuando llegó mi turno, Celia me castigó. -Verdad. -dije con indiferencia. -PVioleta, juguemos algo más emocionante, é qué tal un reto? -Celia se acercó con una copa en la mano. -FElijo verdad. - Fruncí el ceão, con un mal presentimiento. - Para el reto, no te voy a poner en aprietos. Escuché que Carlos dice que eres buena nadadora, épor qué no nadas una vuelta para nosotros? - Celia me miró, fijando su atención en mi abdomen con una expresión pensativa. - No me siento bien, no puedo nadar. - Rechacé con firmeza. ---- Celia miró a Carlos con queja, y él se enfadó ligeramente: - Eres nadadora buena, jese es tu fuerte! ;Cómo es posible que no puedas nadar? Hace unos días, ella se disculpó contigo y ahora intenta acercarse, é qué hay de malo en que nades un poco? Carlos, sin prestar atención a mis protestas, me empujó hacia la playa junto con Celia. Celia, con naturalidad, se quitó mi chaqueta y, tomando una botella de vino, comenzó a beber de ella con ganas. -PVioleta, te ofrezco un brindis, ahora depende de ti. - ?Yo he dicho que no quiero nadar, no quiero beber ni quiero ser forzada a ello, y además, épor qué no puedo elegir la opción de decir una verdad? -dije con impaciencia. Celia, descontenta, poutó su boca, sus ojos se volvieron rojos, y el rostro de Carlos se oscureció instantáneamente. Él arrojó la botella de vino contra la arena con fuerza y dijo: - iEn qué estás siendo caprichosa? Nadar es lo que más haces bien, nadie te está forzando, jella se ha autocastigado bebiendo una botella! ;Cómo puedes ---- no apreciar su gesto? Miré a Carlos, el caballero que había venido en ayuda, y luego miré a Celia, que Iloraba en voz baja, y sonreí friamente. -4iLa he forzado a beber? He dicho que no quiero nadar, y ella me está forzando, feso no es ser difícil? Respondí de manera directa y las lágrimas de Celia se volvieron cada vez más audibles. El rostro de Carlos se tornó aún más oscuro, y él se levantó la pernera de los pantalones. - No nadar, iverdad? Está bien, te acompahiaré. Bajo la mirada sorprendida de los demás, Carlos agarró mi cabello y me sumergió violentamente en el agua. El frío penetró desde mis pies hasta mi piel, mi cabeza se heló y, en el siguiente segundo, el agua del mar ingresó a mis narices y tosía violentamente. Carlos aún no me soltó, mis ojos se Ilenaron de dolor, y las lágrimas y el moco fluyeron sin control. Cuando mis pulmones casi explotaron, intenté empujar a Carlos desesperadamente, y finalmente él me soltó. Desafortunadamente, una gran ola golpeó justo en ese momento, y cuando intenté agarrar su ---- tobillo, él me apartó con una patada. Fui arrastrado al mar, rodeado por el frío agua. Después de mucho tiempo, utilicé el último atisbo de mi energía para nadar hasta la orilla y respirar profundamente el aire fresco. En ese momento, Carlos, con un brazo alrededor de Celia, la consolaba con paciencia y ternura. - No llores más, la he castigado. Ella se lo merece, y más tarde la regafiaré aún más. Dijo, se acercó a mí, y me miró con desdén. -iDime lo siento a Celia! jBebe una botella de vino como castigo! De lo contrario, nosotros... Bajo la mirada sorprendida de todos, y la presión en los ojos de Carlos, lo interrumpí con mis ojos enrojecidos: -PCarlos, espera a que mi abogado te contacte, te divorciamos. Cuando terminé de hablar, Carlos me miró incrédulo, sus ojos negros llenos de asombro. Caminé con debilidad, y cuando llegué a la calle principal, todo se oscureció y me desmayé directamente. ---- Antes de perder el conocimiento, escuché que alguien gritaba a mi alrededor: -iAlguien se ha desmayado! -iLlama una ambulancia rápidamente! jDios mío, está sangrando! jHa sangrado mucho!
