---- Capítulo 3 Nelson se quedó helado. Elsa, con una mano apoyada en el vientre, lo miró de reojo y le susurró algo al oído. Asintió sin decir nada, y al mirarme, tenía esa cara que ya me conocía de memoria... esa que dolia más que cualquier palabra. -lvana, no hace falta que inventes cosas para Ilamar mi atención. Pase lo que pase, no pienso dejar sola a Elsa. No dijeron nada más. Se fueron juntos, sin siquiera voltear. Y ahí supe que lo poco que quedaba de nosotros también se había ido. Un hijo no deseado no debería venir al mundo. Y un matrimonio lleno de grietas... tarde o temprano, termina por romperse. Cuando volví a casa después del procedimiento, todo estaba como siempre: oscuro, silencioso, vacío. Nelson no apareció en varios días, y yo tampoco lo Ilamé. Solo me dediqué a guardar reposo y a consultar, con calma y sin apuro, los pasos legales para el divorcio. Ya tenía el borrador listo, cortesía de un abogado discreto que me recomendaron. La siguiente vez que supe algo de Nelson fue, cómo no, en el perfil de Elsa. Ese hombre que jamás posaba para una foto ahora salía sonriente, con una diadema de orejitas, abrazando la panza de Elsa en una sesión de embarazo tierna y perfectamente planeada. Le acariciaba el vientre con cuidado, ambos mirándose con esa ternura tranquila que tienen las parejas que esperan con ilusión la Ilegada de su hijo. Le di «me gusta» y nada más. ---- Dias después, Nelson me Ilamó de la nada. Me pidió que fuera a cenar a casa de sus padres esa noche. Yo ya había empacado gran parte de mis cosas y tenía el acuerdo de divorcio listo para firmar. Sentí que era el momento de hablar claro, frente a é| y frente a toda la família Navarro. Así que acepté. Cuando Ilegué a casa de los Navarro, lo primero que noté fue que mi lugar habitual en la mesa ya no era mío. Ahora lo ocupaba Elsa. Ana, mi suegra, le sostenía las manos con ternura mientras conversaban como si fueran madre e hija. En cinco afios de matrimonio, jamás le vi a Ana una sonrisa dirigida a mí, pero en ese momento, su cara brillaba al hablar con Elsa Desde el principio, nunca habia sido la nuera que ella queria. Y, después de tantos intentos fallidos por quedar embarazada, mucho menos. En su mirada siempre había una sombra de decepción. Por un tiempo pensé que, al fin, con mi embarazo, las cosas podrían mejorar entre nosotras... pero ahora, ;para qué? Apenas me vio, Elsa me lanzó una sonrisa forzada, de esas que se nota que no salen solas. -lvana, la tia Ana me insistió muchísimo en que me viniera a vivir acá, para poder cuidarme mejor durante el embarazo. Espero que no te moleste... No tenía energia para seguirle el teatro, así que arrastré una silla y me senté en silencio. Ana me miró de arriba abajo. Sin soltar la mano de Elsa, le dio un par de palmaditas en el dorso y me habló con ese tono suyo, calmo y bien medido. ---- -lvana, ya pasaron cinco afios desde que te casaste con Nelson y no lograste darle un hijo. La verdad, ya no sabía cómo decirlo... pero me muero por tener un nieto. Elsa ha pasado por mucho desde que se fue su esposo. La pobrecita estaba tan sola.. menos mal que Nelson ha estado a su lado. Y ahora que espera un hijo de esta famiília, decidí que se quede aqui en casa. No tienes problema con eso, iverdad? Las palabras de Ana nunca eran preguntas, eran órdenes disfrazadas. Pero, a esa altura, ya nada de eso me importaba. Solo asentí con la cabeza, sin ganas de discutir. -Por mí no hay problema.