---- debia empezar por recuperar nuestro hogar. -Estd bien, -Le respondi friamente. -Podemos volver a la casa El alivio inund6 el rostro de Diego. Obviamente pensaba que me haria cambiar de opinion una vez alli. No tenia ni idea de lo que realmente iba a suceder. El trayecto de regreso fue tenso. Diego intentaba iniciar conversaciones triviales que yo ignoraba por completo. Oscar iba callado en el asiento trasero, lanzandonos miradas nerviosas de vez en cuando. Cuando llegamos a la entrada de nuestra extensa villa, senti una oleada de determinacién, Esa casa era mia. La habia pagado con mi sangre, sudor y ldgrimas, mientras Diego derrochaba el dinero en negocios fallidos. Ahora iba a recuperar todo lo que me pertenecia, por primero, esa villa. Diego ayudé a Oscar a bajar del coche, cargandolo en brazos pese a sus débiles protestas. Yo los segui, ya planeando mi estrategia de salida Pero al acercamos a la puerta principal, algo Ilamé mi atencién Unas manchas brillantes salpicaban el césped perfectamente cuidado. Era mi ropa, esparcida por todo el jardin como si fuera basura Corri hacia adelante, levantando una blusa de seda que habia comprado apenas el mes pasado. Mas alld, se extendian vestidos, pantalones y camisas, Todo mi guardarropa fue arrojado sin ningun cuidado sobre el pasto. {Qué es esto? -Exclamé, girdndome para encarar a Diego. ---- Su rostro mostré una genuina sorpresa, -Yo... yo no fui. No sé qué pasé. Un movimiento en una de las ventanas atrapé mi atencién. Raquel estaba alli, mirandonos con una sonrisa triunfante antes de desaparecer rdpidamente. Pasé junto a Diego y Oscar, empujando la puerta de entrada con tal fuerza que choc6 violentamente contra la pared. Subi las escaleras de dos en dos, directa hacia el dormitorio principal: nuestro dormitorio. Lo que vi me dejé helada. El amplio vestidor que antes albergaba mi ropa ahora estaba lleno de prendas desconocidas. La ropa de Raquel colgaba ordenadamente en el espacio que una vez fue mio. Sus zapatos estaban alineados en los estantes. Sus perfumes y cremas desbordaban el tocador. Ella se habia mudado. Mientras yo estaba en el hospital cuidando a nuestro hijo herido, Raquel habia ocupado mi casa.
